Yo no he sido...

...La culpa no es mía, era inevitable, no es nada personal, todos harían lo mismo... ¡Excusas! Las escuchamos cada día a cada momento y no sólo en boca de políticos y deportistas, o en los medios de comunicación. Las justificaciones son el pan nuestro de cada día...

Aprendemos a echar balones fuera casi desde que empezamos a dar nuestros primeros pasos. Tú no te acordarás pero seguramente cuando te dabas un golpe contra una silla tu mami no tardaba un segundo en darle una palmadita al mueble: ¡Silla mala! La culpa nunca es nuestra...

Ya en el colegio empezamos a especializarnos en excusas. Aunque todos reincidan en la misma: la manía que nos tiene el profesor que siempre nos suspende sin haberlo merecido.

Y de ahí al resto de nuestra vida, todo es una excusa.

"Errar es humano y echarle la culpa a otro más humano todavía"... ¿Por qué tenemos esa necesidad de justificarnos constantemente? Según Francisco Gavilán, autor del libro "Yo no he sido", lo hacemos por varios motivos: salvar la cara, proteger la autoestima, apaciguar la conciencia... Pero sobre todo son una forma de expresar conflictos internos.

Los grandes filósofos de esta tendencia a la excusa sin duda son Murphy (Si algo puede salir mal, saldrá mal) y Jones (El hombre capaz de sonreír cuando las cosas van mal es que ya ha encontrado a alguien a quien echarle la culpa), con sus respectivas leyes.

Si llegamos tarde la culpa es del tráfico. Si nos pillan en una infidelidad, no es lo que parece y además la culpa la tienes tú que no me das el cariño que necesito. ¡Pero si nunca querías hacerlo! - Es que me dolía la cabeza... Si nos damos un golpe con el coche, es que ese árbol antes no estaba ahí. Si pierde nuestro equipo, la culpa siempre, siempre, siempre es del árbitro. Si fumas es porque te calma los nervios, además si lo dejas engordas.

Si algunos familiares supieran cuántas veces se han enfermado o han muerto para que otros no fueran a trabajar sin duda les echarían la culpa de sus achaques.

Como decía R. Kipling: «Yo nunca cometí un error en mi vida; al menos, nunca ninguno para el que no pudiera dar luego la correspondiente explicación».

¿Cuál es la excusa más increíble que has puesto o te han contado?