De la memoria y el olvido
"La muerte y la doncella" es una obra en la que se plantea el problema de la memoria y el olvido. Del precio que se paga, colectiva o individualmente, por querer olvidar cosas terribles, lo que no obvia que e recuerdo deje un lugar para el perdón.
El País Vasco afronta ahora una etapa decisiva entre la memoria, el olvido y el perdón. ¿Cómo lo ves, tú que desde el inicio de la transición has vivido de cerca la evolución?
Lo veo con optimismo tras años en los que acercarse a las familias de víctimas de uno u otro lado estaba mal visto. ¿Cuándo empezó a cambiar? Cuando Gesto por la paz empezó a ser un balcón a la calle, como ha recordado en un bello artículo Ana Gómez Moral. Cuando Cristina Cuesta, sin olvidar que ETA mató a su padre, trató de reconciliar a la sociedad vasca. Cuando el ex etarra Kepa Aulestia, se fundió entre la multitud que se manifestaba en Zaragoza contra el atentado a un cuartel de la Guardia Civil. Cuando Txema Montero dijo que las víctimas no podían controlar el proceso político hacia la paz pero se les ha de dar algún tipo de reconocimiento porque de no ser así el proceso quedará inconcluso. A Ángel Altuna ¿le ha pedido perdón Eta-político-militar por asesinar a su padre? Cuando hablé con él todavía no sabía quién le mató y ya habían pasado veintiséis años. Recuerdo un día de atentado. La profesora se quejó de que en su instituto nunca se trabajase el tema de la paz y la convivencia. Miró el mar y me dijo: "Que hermoso país si no se matase". El economista Ángel Toña me llevó un día a la universidad de Deusto para que viese una escultura. Se titula "El laberinto vasco". El proceso definitivo de paz ¿saldrá por consenso de ese laberinto? Ese es el reto.
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Huertas Clavería fue un periodista combativo y honrado. La Lamentable peña creó el premio con su nombre.El ganador de este año ha sido Carles Porta con su reportaje sobre asesinato del alcalde de Fago el 2007.
El fiscal José María Mena, miembro invitado del jurado, describe el libro como un pulso tenso en el que afloran temas como la libertad de prensa y el derecho a la intimidad, los lentos tiempos de la justicia y los tiempos tan imparables de los medios de comunicación, la perplejidad ante ciertas pruebas que llevaron a la condena y la inmersión del periodista más allá de la frontera en la que se suele plantar un narrador: Carles Porta toma partido por el acusado y afirma en su libro: "Con las pruebas que he conocido, si yo hubiese formado parte del jurado no le habría condenado". Del reportaje trabajado a lo largo de varios años, emergen dos personajes. Santiago, condenado por el crimen, hombre montaraz, terco, introvertido, y Marisa, la hermana. Si el perfil del asesino peca según Mena de cierta linealidad, y algo de eso debe saber dado su oficio de fiscal, el de la hermana tiene una infinidad de matices que la transforman en un personaje luminoso a través de su cotidianidad. Es a través de Marisa que Carles Porta sostiene el reportaje. Fago, que ese es el título del libro editado por La Campana, en catalán y en castellano a partir de abril, es según Mena un libro no apto para espectadores con distancia. Si es conveniente para seres humanos. Necesario para quienes esperan que les acrecienten las dudas.
Mañana, 11-M, aniversario. El acto terrorista recordado a través de una narración escrita por Antón Castro. Lleva por titulo "Los tres álbumes".
Según Anton Castro, el texto trata sobre el misterio de vivir, los secretos de familia, la fotografía y la existencia de la memoria más allá de la muerte. Dice: "Nunca había sentido curiosidad por sus cosas más íntimas. Pero cuando sucedió la catástrofe sospechó que su hijo era, en el fondo, un desconocido. Había crecido deprisa, trampeaba con los estudios y con las novias, y tenía como todos una vida oculta. Y fue esa vida la que se le reveló cuando abrió de par en par los armarios, los cajones, os archivadores. Ese tesoro inadvertido que uno acumula como quien construye una despaciosa biografía. No sabia que era coleccionista de plumas, ni que poseía varias cajas de lápices de colores de marcas y países distintos. Ignoraba que llevase un diario de pequeñas frases y dibujos que se le antojaron surrealistas.
En un sobre grande había 17 cartas de amor a Clara. Y descubrió también una serie de insignias o pins de ciudades que había visitado y pequeños carteles de cine, con algunas de sus películas favoritas: Charada, Desayunos con diamantes, Vacaciones en Roma o Dos en la carretera. Pero hubo algo que quizá la emociono mucho más. Los tres álbumes de fotografías. Todas las fotos llevaban una pequeña leyenda. Abrió el álbum de los amigos. Reconoció a algunos pero no a todos.
El segundo álbum contenía sus retratos, desde la niñez hasta el final. Ella no pudo contener las lágrimas. ¡Cuánta hermosura atropellada en ese orden insospechado! ¡Qué alegría de crecer y crecer y desperezarse día a día, en la arena de la playa, n el río, en los jardines, en la única foto que conserva de la escuela! Se armó de coraje para abrir el tercer álbum. Halló los retratos de la familia. Al de su abuelo le había colocado la frase "el origen de la semilla". Y a su hermana pequeña, "el último milagro de los míos". La madre miró cada retrato, uno a uno, con sus notas. Sabía que el hijo que se había ido en marzo iba a recuperar la vida para siempre desde las fotos y en el recuerdo.
La carta de Martí Gómez:"De la memoria y el olvido"
07:08
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