Ayer y hoy de la voz de la calle
En el aniversario del <b>15-M el Centre Social de Sants</b> conmemoró su cuadragésimo aniversario con una mesa redonda para debatir sobre las perspectivas de los movimientos sociales y vecinales en el siglo XXI. El ayer y el hoy de la voz de la calle. ¿Por qué luchaba en los años setenta el movimiento vecinal de Sants y otros barrios de ciudades de España? ¿Por qué lucha en el siglo XXI el movimiento del 15-M surgido de las redes sociales?
¿Qué se dijo en la mesa redonda?
Se dijo que los movimientos vecinales luchaban por conseguir libertades y servicios básicos en barrios degradados en los que no había agua corriente, no llegaba transporte público, el urbanismo era desordenado y especulativo. Hoy, no se lucha por las libertades ni la mejora de los barrios, que ya se consiguieron, sino por una democracia real y el derecho a un trabajo digno. A través de las redes sociales de hoy los debates son distintos en la forma a los de los movimientos vecinales pero idénticos a los objetivos de ayer.
¿Cómo se refleja eso?
Observando los plafones en los que el Centre Social de Sants recupera parte de su historia iniciada, como todos los movimientos vecinales, en la clandestinidad y al amparo de locales cedidos por iglesias con sacerdotes sensibles a la injusticia social. En los plafones vi octavillas de los años setenta / ochenta llamando a la huelga general, convocando asambleas de parados, pidiendo autogestión y solidaridad con un mundo obrero en lucha. ¿No te suena a cosa de hoy, Montserrat?
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Me suena. ¿Y cómo se adaptan los movimientos vecinales clásicos a los movimientos surgidos de redes sociales y uso de nuevas tecnologías?
Apoyándolos y con vocación de permanencia en el tiempo, más allá de los
problemas concretos. Un déficit de la izquierda que ha gobernado en grandes ciudades es que llevó a cabo reformas urbanas, cívicas, educativas, sanitarias que revitalizaron sus barrios pero eso las nuevas generaciones ya se lo ha encontrado hecho, no lo recuerdan, no hay memoria, falta el relato contando que, por ejemplo, conseguir salvar lo que hoy se ve como una modesta plaza en Sants costó muchos meses de lucha, de manifestaciones y detenciones. Ejemplos como este podrían contarlo dirigentes vecinales de aquellos años en cualquier ciudad española.
¿Tiene futuro el movimiento vecinal?
Hoy parece que solo sigue muy activo en barrios con problemas. En los que no los hay, el movimiento languidece. Y cuando los movimientos vecinales se aletargan los barrios retroceden en ámbitos urbanísticos, ambientales, de calidad de vida. Si no se rearma ideológicamente, el movimiento vecinal morirá, asfixiado por las estructuras del poder que, en palabras del sociólogo Bauman, deriva hacia los pequeños entes locales los grandes problemas globales. No hay en la recamara un comunismo que asuste al capitalismo. Falta en el mundo de hoy lo que el historiador Eric Hobsbawm define como el retorno de Marx: el comunismo como idea, estilo de vida, marco de solidaridad. La Unión Soviética hizo un flaco favor al marxismo, desvirtuando la idea, pero la crisis abre en la sociedad un debate profundo en el que marxismo y anarquismo deberán jugar un papel. Un ponente de la mesa redonda recordó que la clase obrera combativa de los años setenta surgió de las asambleas de fábrica y se preguntó si los jóvenes del 15-M son los herederos, con otros métodos, con otro lenguaje, de las legendarias asamblea en las fábricas y en las minas de Asturias. Mientras escuchaba y tomaba nota de lo que se iba diciendo en la mesa redonda recordé una cosa, que era como la síntesis perfecta a lo que se decía, de las dificultades de ayer y de hoy para mejorar la sociedad desde abajo. Recordé una memorable entrevista que le hiciste a Maruja, una histórica dirigente vecinal que te repitió varias veces una frase. ¿La recuerdas?
Claro. Dijo: "Es el sistema, nena, es el sistema.
Ahí seguimos, querida directora.