La sordidez de la Cienciología llega a la Mostra
Paul Thomas Anderson, el director de Magnolia y amigo íntimo de Tom Cruise, cuenta en The Master los primeros años del líder de una secta muy parecida a la Cienciología. Ayer ante la prensa reconoció que Cruise, el miembro más famoso de la secta ha visto la película: “Sí la ha visto, seguimos siendo amigos, y es resto queda entre nosotros” zanjó Anderson, con cara de pocos amigos. Philip Seymour Hoffman interpreta al gurú y Joaquin Phoenix a un seguidor borracho y agresivo que entra en la secta en 1950. The Master es un portento visual, rodada al viejo estilo en 70mm, y los actores dan vida a dos pobres diablos que establecen una enfermiza relación de dependencia: uno como amo del rebaño y Phoenix como un perturbado que encuentra cobijo bajo la protección de un visionario de pacotilla. No hay nada épico en esta historia, y quizá eso sea lo que más pueda herir a Tom Cruise: este líder mesiánico es un pobre hombre rodeado de pobres diablos. The Master tiene la fuerza visual e interpretativa, pero le falta un motor narrativo potente. Hay lagunas, posiblemente buscadas por Anderson, maestro de la intensidad, y que es posible que haya querido poner ante el espejo de la secta la mediocridad y la pequeña sordidez de estos hombres perdidos.


La llegada a la Mostra de The Master ha sido una especie de jarro de agua fría, por un lado se esperaba una película con mayor dramatismo, y por otro, el equipo dio un recital de divismo ante la prensa: apenas contestaron a las preguntas que se les formulaban, en el caso de Phoenix rozó el espectáculo. Solo despegó los labios para decir que no sabía cómo había preparado el personaje y a mitad de encuentro se levantó a darse una vuelta. Volvió,se fumó un cigarro y no dijo ni pío. Joaquin Phoenix merece un premio, pero también una rapapolvo por parte de su productor. O que no aparezca ante los periodistas. Muchos deberían imitar al eternamente ausente Terrence Malick.
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