El caso de la manifestante y el policía: "Disolver sin tocar. El rayo del dolor"
El colapso económico global, las consecuencias del cambio climático y la escasez de recursos básicos, junto con una nueva era de austeridad para la clase media forzada por el desempleo creciente y la desigualdad manifiesta, ya han causado protestas masivas en España, Grecia, Egipto, e incluso Madison, Wisconsin. Los gobiernos prevén que el control de manifestantes será más necesario. El gobierno español en sus presupuestos para el año 2013 multiplica el gasto dedicado a antidisturbios en proporciones sin precedentes para España, por la simple razón de incluir la adquisición de 20.000 chalecos protectores.
Los progresos de las tecnologías de los medios y de las telecomunicaciones permiten que la gente registre y publique imágenes y vídeos que muestran mejor que nunca el uso de fuerza indebida. Las autoridades tienen plena conciencia del efecto de esas imágenes de violencia en la opinión pública, ya que incluso la aplicación legal de la fuerza es criticada por el público con facilidad. Más que nunca, la policía y los militares pretenden ser extremadamente discretos cuando aplican la fuerza. Ya se han invertido decenas de millones de dólares en la investigación y desarrollo de armas más "aceptables" para los medios de comunicación en el control de multitudes. Las nuevas armas son más exóticas pero no menos controvertidas.
El Sistema Activo de Prohibición, o ADS por sus siglas en inglés, es el arma antidisturbios que ha recibido más millones de dólares para su desarrollo y está considerada como "El santo grial del control de multitudes". Se percibe mejor su condición sin ningún eufemismo técnico, bajo el nombre popular de "el Rayo Invisible de Dolor".
El rayo invisible de dolor funciona como un horno microondas abierto, que proyecta un rayo concentrado de radiación electromagnética para calentar la piel de sus objetivos a 54 grados. La sensación de ardor obliga a los que están en su camino a huir tan instintivamente que la Fuerza Aérea estadounidense llamó "efecto adiós"). A la reacción, cuando se probaron en Afganistán.
El Programa de Armas No Letales del Pentágono (JNLWP) considera el rayo una "alternativa a la fuerza letal", pero un informe de 2008 del físico y experto en estas armas, el doctor Jürgen Altmann sugiere otra cosa: " ... existe la posibilidad técnica de producir quemaduras de segundo y tercer grado. Como el rayo tiene hasta más de 2 metros de diámetro, es más ancho que el cuerpo humano, las quemaduras ocurrirían sobre partes considerables del cuerpo, hasta en un 50% de su superficie. Quemaduras de segundo y tercer grado que cubren más de un 20% de la superficie del cuerpo son potencialmente letales debido a los productos tóxicos de la descomposición de la piel, y un aumento de la sensibilidad a la infección. Requieren tratamiento intensivo en una unidad especializada."
Tras el ensayo en Afganistán, se retiró debido a una combinación de dificultades técnicas y preocupaciones políticas, incluido el temor a que se pudiera utilizar como instrumento de tortura, haciéndolo "no justificable políticamente", según un informe del Consejo de Ciencia de la Defensa.
Aunque el arma es demasiado controvertida para utilizarla en el campo de batalla, se ha creado a modo de prueba una versión más pequeña para utilizarlo en el mantenimiento del orden; el rebautizado Sistema de Intervención de Asalto (AIS) está instalado en una prisión del norte de Los Ángeles. Es manejado por un carcelero con una palanca de juego, y tiene el propósito de disolver disturbios en la prisión, riñas entre reclusos e impedir ataques a los funcionarios.
El uso del rayo del dolor en el Centro de Detención Pitchess es un programa piloto. Si tiene éxito, el arma podría llegar a utilizarse en otras prisiones en todo el país. El Instituto norteamericano de Justicia también ha expresado interés en un arma portátil, del tamaño de un rifle, para uso a corta distancia que pueda utilizarse a decenas de metros por funcionarios de mantenimiento del orden.
El arma ha sido desarrollada por Raytheon, una de las grandes compañías de armamento del mundo, responsable de los misiles de largo alcance Patriot y asociada tecnológicamente con la Marina norteamericana.
