Telegrama a Alistair McAlpine

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Milord, qué interesante su demanda contra todos aquellos que, entregados al chismorreo como un deporte sin secuelas, tendrán ahora que responder del daño causado por los efectos multiplicadores de su difusión. Estábamos en el reino de la impunidad bajo la máscara del anonimato, asiento de toda vileza, incentivo para la cobardías, inductor de linchamientos, promotor de asimetrías insufribles, donde a los identificados sólo les queda el fatalismo de la resignación, hasta que llegó Milord y mandó parar. Que termine la impunidad y se levante la máscara del anonimato será un progreso. Amén.




