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EL JURADO

El caso de la menor que quería votar: "Cerebro juvenil. Emoción"

El cerebro se forma organizando los recursos según las necesidades que aporta la experiencia. No solo se reorganiza para integrar la nueva información que está recibiendo de diferentes regiones, sino que va cambiando las zonas encargadas de los "trabajos".

Una neuróloga de la Universidad de Pittsburg, Beatriz Luna, usando resonancia magnética IRM que "ilumina" los distintos sitios del cerebro según se activan, ha encontrado que el cerebro del adolescente se conecta sólo con regiones próximas, mientras que el cerebro adulto lo hace con zonas más distantes y más repartidas.

En ese mismo sentido, Rubén Gur de la Universidad de Pennsylvania, un habitual de Neurociencia, la reunión anual de la Sociedad para la Neurociencia norteamericana y también la fuente más importante en información sobre la ciencia y la salud del cerebro, ha investigado el significado de ese funcionamiento diverso entre un cerebro maduro y otro en formación. En su opinión, os adultos se comportan de modo diferente, no porque tengan una estructura cerebral diferente, sino porque usan la misma estructura de otra forma. "Un lóbulo frontal totalmente desarrollado, coordina impulsos que le vienen de diferentes partes del cerebro", exponía en una revista científica hace unos años. Gur lo explica diciendo que si alguien nos insulta, el cerebro emocional dice "mátalo", pero el lóbulo frontal corrige señalando que estás en una fiesta, de modo que contestar con un desaire o largarse, es suficiente.

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Los resultados de diversos experimentos evidencian que los adolescentes no gestionan los impulsos como los adultos. En un trabajo para la revista "Child Development", se hizo realizar el mismo trabajo a varios voluntarios de 14 años, junto con un grupo de adultos. Los adolescentes lo hicieron tan bien como los adultos, pero activaron los impulsos principalmente sólo en la corteza pre frontal del lóbulo frontal, mientras que los adultos, desarrollan respuestas más complejas al activar también otras partes del cerebro. Es decir, los adolescentes para lograr los mismos objetivos, activan partes diferentes a los adultos.

Otros estudios han investigado la valoración de riesgos por la actividad de la amígdala, una región cerebral que procesa las emociones. Los resultados indican que los adolescentes son más propensos a comportamientos erráticos. Abigail Baird y Debora Yurgelun-Todd de la escuela de Medicina de Harvard, estudiaron adolescentes y adultos sobre sus emociones, al ver fotografías de caras que expresaban miedo. La resonancia magnética mostraba actividad en la región de la amígdala cada vez que miraban las imágenes. Pero en los adolescentes en la corteza pre-frontal no brillaba, a diferencia de lo que sucedía en la corteza pre-frontal de los adultos, sugiriendo que en los adolescentes la respuesta emocional tenía menos inhibiciones. La habilidad de evaluar riesgos, aparece entre los 15 a 18 años.

En resumen, algunos investigadores están de acuerdo en que el cerebro del adolescente no ha alcanzado la madurez y que sus respuestas son diferentes a las del adulto, especialmente en lo que concierne al lóbulo frontal. Es cierto que se han descrito estructuras cerebrales diferentes con respecto al adulto, pero están lejos de ser un diagnóstico. No se le puede hacer un escáner a un chico para saber si se le debe o no tratar como un adulto. Lo que podemos concluir, es que el adolescente responde en forma diferente a la del adulto, más arriesgada y más emotiva.

 
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