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EL JURADO

El caso del viudo clonador: La farsa clonada

Todos los "Anales" que listaron los hechos más relevantes de 1978 resaltan un nombre: Louise Brown, la primera bebé-probeta de la humanidad. el contexto histórico era el de un mundo de competición entre dos potencias políticas dominantes. competencia intelectual, espacial y científica. Para los más religiosos y conservadores fue una mala noticia, pero la actitud general de la opinión pública fue favorable. Veinticinco años más tarde, la clase médica y la política, con el respaldo de la prensa seria y el entusiasmo de la sensacionalista, arremetían al unísono pocas horas después de que, en Enero de 2004, dos médicos informaran de que habían transferido al útero de una mujer un embrión clonado, a partir de una célula extraída del brazo de su marido. Como principales responsables se presentaban dos médicos, un italiano y un chipriota emigrado a Estados Unidos, Severino Antinori, y Panayiotis Zavos.

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El primero era dueño de una clínica de fertilidad en Roma, cuyos clientes hacían cola para ser tratados por problemas de fertilidad; el segundo había emigrado desde Chipre, nacido en una familia católica cuya madre había tenido 26 partos, y se había despedido de la clínica de fertilidad masculina donde llevaba veinte años trabajando, para embarcarse en un proyecto que convertía a la pareja de médicos en indeseables para la inmensa mayoría de sus colegas. sobre su capacidad se sembraron dudas de todo tipo y con fundamentos científicos sólidos. Su respuesta mostraba a una mujer tratada por ambos, que había conseguido un embarazo muy deseado con 62 años.

La comunidad científica enfureció. En los ocho años que habían transcurrido desde la creación del primer clon, la oveja Dolly que hoy está en un museo, la técnica había progresado. Se habían necesitado casi trescientos intentos para conseguir a dolly mientras hoy se consigue en uno de cada veinte intentos. Apenas saberse del experimento llovieron las parejas de voluntarios, incluidos cinco médicos. Zavos aprovechó la ocasión para desvelar la posibilidad de crear "bebés de repuesto". Se podían dividir embriones clonados en dos partes: una a la que se permitiría el desarrollo hasta convertirse en niño, y otra que se guardaría como "repuesto".

Según el experto, ese embrión de recambio podría usarse, bien como suministrador de tejidos y órganos para "usos terapéuticos" en caso de enfermedad de su hermano, bien como futuro niño que podría ayudar a las parejas que no son fértiles.

El experimento no se llevó hasta el final, pero no se pudieron obviar los problemas que indicaban la alta posibilidad de malformaciones en el feto. Se consiguió en cambio que los legisladores actuaran con rapidez. Los ingleses adaptaron sus leyes para prohibir cualquier método de división embrionaria para fertilización humana sin la licencia correspondiente; Francia y Alemania solicitaron a Naciones Unidas la prohibición de la clonación humana a través de un tratado internacional; Italia siguió los mismos pasos. Estos cuatro países pagaron la precipitación, el ego y la ambición mediática de los dos científicos, con leyes que han dificultado la investigación de otras posibilidades.

 
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