Los escandalosos paraísos fiscales sólo dependen de la voluntad política

Han tenido que pasar cinco años -cinco largos y dolorosos años de crisis, recortes, austeridad, escándalos, corrupción y denuncias- para que la Unión Europea amague con hacer algo para acabar, o al menos para combatir, a los paraísos fiscales. Dejemos claro, de entrada, de qué estamos hablando: un paraíso fiscal es un territorio donde apenas se cobra impuestos a los extranjeros que colocan allí su dinero y que están protegidos mediante el secreto bancario.

O sea, la fórmula perfecta: la fórmula de la impunidad. Eso sí, a la que sólo pueden recurrir los más poderosos, empezando por las grandes multinacionales. ¿Ilegal? Ilegal... no es, o no siempre lo es, al menos de momento.

Pero, ¿inmoral, impresentable, escandaloso, injusto...? Bueno, es eso y mucho más porque resulta que la Comisión Europea estima en 840.000 millones de euros lo que se esfuma cada año a través de esos paraísos... ¿Se imaginan lo que podría hacerse con ese dinero, la de sacrificios que nos hubiéramos podido ahorrar? ¿Cómo estaría Europa hoy? Da rabia sólo de pensarlo, y da más rabia si tenemos en cuenta que todo depende de algo tan simple... como la voluntad política. Pero claro, ahí tienen que agruparse todos los países, todos los gobiernos, y jugar a lo mismo. Con uno solo que rompa la baraja, pues pasa lo que pasa ahora, que es un desastre.

Y hablando de desastres, no me negarán que hay que estar muy seguro, muy convencido y muy orgulloso de uno mismo... hay que quererse mucho para hacer lo que hizo anoche Aznar en Antena 3: lanzar una enmienda a la totalidad, una OPA hostil a su propio gobierno y a su propio partido. Está claro que ha nacido, o que ha resucitado, un estilo político: el "¡dejadme solo!". Con independencia del estropicio que pueda causar, que no es menor, parece obligado poner en marcha el "egómetro", un aparato que sea capaz de medir el tamaño o el volumen del ego en algunos personajes públicos. Fíjense además que en la misma semana coinciden, por razones distintas, Aznar y Mourinho, que son dos ejemplos de hiperliderazgo... casi, casi patológico.