Un virus llamado Bárcenas

No es por dar ideas, pero consultando archivos, así un poco por casualidad, resulta que el 9 de julio, o sea hoy, sería un día propicio para hacer crisis de gobierno. Hubo una, bastante gorda, en 2002, con Aznar como presidente y otra en 2007, en época de Zapatero, que tampoco estuvo mal. Las dos, un 9 de julio y con cinco años de diferencia. Hoy serían seis, así que no resulta tan descabellado pensar en que pudiera repetirse la historia,pero no por cálculo de probabilidades sino porque al gobierno de Rajoy, y a él personalmente, sólo les faltaba la última llamarada del caso Bárcenas para chamuscarse prácticamente del todo.

Lo raro, y lo singular de este país, es que más que un tsunami esto parezca una tormenta de verano cuando se trata de algo extremadamente grave y con algunas preguntas, judiciales y políticas, que siguen sin respuesta demasiado tiempo después. La más importante, el dilema más serio, sin duda, y créanme que no es buena noticia, sería aclarar lo siguiente: teniendo en cuenta que ser tesorero es un cargo de confianza, teniendo en cuenta que fue el propio Rajoy quien ascendió a Bárcenas y quien le ha defendido a capa y espada hasta hace bien poco, una de dos: o Rajoy nos ha mentido por tierra, mar y aire. O le han engañado a él durante un porrón de años. Y la verdad es que en ninguno de los supuestos sale airoso el presidente. Quizá por eso llevas dos días reuniéndose con periodistas, encuentros "off the record", de esos en los que existe un compromiso de no contar nada, y donde se supone que Rajoy trata de explicarse, de salir de este trance. Que no va a ser fácil, porque claramente van a por él, hay fuego amigo en este panorama, y el mensaje de Bárcenas es tan diáfano que cuesta no pensar en la palabra chantaje.

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No nos extraña en absoluto que en el último barómetro que elabora Transparencia Internacional los ciudadanos apunten a los partidos políticos como las instituciones más corruptas en España, 33 puntos por encima de la media europea. Resumiendo: que esto es un asco, que da mucha pereza hablar de ello. Y mucho coraje, también.

Así que esta tarde les proponemos tirarnos juntos a la piscina. Imaginen a Bárcenas como una enfermedad, como un virus, que un poco ya lo es.

Un virus llamado Bárcenas