Pitufos y zombies luchan por la taquilla

Para colmo tenían un buen libro, una alabada novela de Max Brooks (quien ya había triunfado con 'Guía de supervivencia zombie') sobre el que construir su película. De esa manera, Marc Forster (Quantum of Salce, Monster's Ball) deja de lado el tono periodístico y la estructura poliédrica de la novela para sumirse en la narrativa genuina del blockbuster, aglutinando a todo el mosaico de personajes de Brooks en uno sólo -Brad Pitt convertido en pater familias y héreo nacional, todo en uno- y dejando a un lado la lectura político y social del libro.   Una vez mencionadas estas diferencias, nos centramos en la película que, más que parecerse a las cintas de zombies -ni siquiera hay sangre ni visceras ni nada que limite la taquilla-, 'Guerra mundial Z' se asemeja más a otro género, el apocalíptico. Y dentro de ese género repite el patrón tantas veces utilizado por el cine de masas estadounidense: padre de familia norteamericano llamado a salvar la patria y el mundo de un ataque externo (sea terrorista, extraterrestre o zombie) y arriesga su vida y la de su familia para lograrlo gracias a su fuerza y su inteligencia. Aunque a grandes rasgos sea igual que otras historias cambia pequeños detalles que hacen que disfrutar de ella no sea, para nada, un guilty pleasure. Los diálogos no son tontos, el héroe no enseña pechamen ni brazos, no hay escenas lacrimógenas familiaresy la técnica es correcta, sobre todo en las espectaculas escenas de avalanchas y multitudes en ciudades tan características como Jerusalén o Nueva York. Entretenida, divertida y convencional cinta de acción que aunque busque romper la taquilla cuida los detalles.  

Después de una primera entrega con mucho éxito en la taquilla, 'Los pitufos' repiten fórmula cotodo do el clan de diminutos seres azul liderados por actores como Neil Patrick. El despliegue técnico y visual están muy por encima de una historia más bien ñoña y secilla que hará las delicias, eso sí, de los más pequeños este verano. Uno de sus méritos es usa el 3D mejor que muchas de las superproducciones que podremos ver este verano. Quizá en Estados Unidos tenga un mayor reclamo que aquí debido a las voces de Kate Perry y Christina Ricci. Aquí no hay rostros conocidos detrás de los pitufos, pero la música de Britney Spears se queda intacta en la versión doblada. Película veraniega para niños sin más que ofrecer. 

'Lo que el día debe a la noche' es una adaptación de la novela con el mismo nombre de la escritora Yasmina Khadra. Un drama amoroso al estilo del García Márquez de 'El amor en los tiempos del cólera' pero que tiene como contexto la convulsa Argelia de los años 30. Ese contexto es el que hace diferente a esta historia de amores imposibles y sufridos. La cinta contiene personajes muy bien estructurados que avanzan a lo largo de la narración y que van desarrollando las diferentes tramas. Esas tramas hablan de la amistad, el amor y las direrencias irreconciliables entre habitantes de un mismo país, ya sea por tener diferentes religiones o diferentes clases sociales. Sin duda, no es ningún tratado sobre cómo fue la independencia argelina, no está cerca de Pontecorvo y 'La batalla de Argel' (1965), sino más cerca del melodrama, de narrar cómo la gente de a pie vivió y padeció esos convulsos acontecimientos en Orán o en la españolizada Río Salado. La excesiva duración de la cinta puede pesar sobre la historia, sobre todo en el desenlace, demasiado abrupto, pero en líneas generales, Alexandre Arcady ha sabido cómo adaptar la novela de Khadra.  

El húngaro Benedek Fliegauf ha decidido ofrecernos en 'Sólo el viento' una serie de detalles cercanos, diarios, casi documentales de una familia de gitanos y su entorno para mostrarnos cómo viven y a qué se enfrentan: a la xenofobia imperante en la Europa más moderna y progresista. 'Sólo el viento' es un durísimo filme sobre la ola de asesinatos racistas contra la población gitana en Hungría. Está basado en hechos reales y su director ha preferido que el retrato sea lo más real posible. Para ello ha contado con actores gitanos no profesionales a los que sigue con su cámara muy de cerca, lo que permite que sintamos su miedo ante la violencia que se avecina. Una violencia que no vemos pero que Fliegauf deja latente en cada plano. El realizador es capaz de crear una atmósfera sombria y desasosegante sin dar detalles escabrosos. Una cinta dura, complicada de seguir para el espectador porque a penas hay acción, pero 'Sólo el viento' es una de esas películas necesariasde visionar en esta Europa en desmoronamiento porque viendo lo que sufre esa familia gitana vemos lo miserable que es la humanidad y los peligros de los prejuicios a día de hoy.  

El cine ha tratado la transexualidad desde distintos ámbitos: en 'Transamerica', (2005) de Duncan Tucker, por ejemplo, veíamos a un transexual enfrentándose a su familia, en la canadiense 'Laurence anyways' (2012) de Xavier Dolan, asistíamos a la lucha constante de Laurence para mantener el amor de su mujer pese a su cambio de sexo, en la francesa 'Tomboy' (2011), de Céline Sciamma, nos acercábamos a los inicios de la transexualidad en la infancia. En la alemana 'Romeos' la exploración del cambio de género nos lleva la adolescencia madura. Lukas es un chico universitario algo tímido que intenta relacionarse con otros jóvenes de su entorno, pero esconde un secreto: tiene cuerpo de mujer. Su historia de amor, con el guaperas del grupo, evoluciona a trompicones, entre los prejuicios, las mentiras y el amor que sienten el uno por el otro. La cinta que dirige Sabine Bernardi es una historia sincera, sin dramatismos, pero sin edulcorar lo que todavía no está tan aceptado como debería. Desde la mirada de un adolescente incomprendido descubrimos el claustrofóbico, y a veces absurdo, día a día al que se enfrenta el protagonista. Con personajes bien cosntruidos y muy reales, la cinta avanza hablando de autoceptación, de comprensión hacia el otro, de amor y de amistad. Esa claustrofobia y también las ganas de seguir hacia adelante están perfectamente trazadas en la actuación de Rick Okon.