Las críticas de La Script. Juergas apocalípticas, fanáticos religiosos y músicos en apuros

'Juerga hasta el fin'. El fin del mundo en casa de James Franco / Pepa Blanes

Aunque hagan de sí mismos, la cinta evita el recurrente uso del falso documental, pero a cambio nos brinda la oportunidad de ver a los protagonistas hablar directamente a cámara en una especie de confesionario de Gran Hermano, donde se ponen a caldo unos a otros o reflexionan sobre el fin del mundo, el más allá… Una lástima que no vayamos a verla en versión original, ya que parte de sus chistes se basa en juegos de palabras.

'Paraíso: fe'. El fanatismo religioso a la vuelta de la esquina  / Pepa Blanes

Si en la primera parte de la trilogía de Ulrich Seild asistíamos al retrato perturbador del turismo sexual y del vacío existencial y la soledad de las mujeres de mediana edad en cualquier país occidental, ahora nos toca atender a cómo la religión extenúa a esas mujeres en ‘Paraíso fe’, la segunda parte del tríptico.

En ‘Fe’, Seild busca el lado más sádico y cruel del fanatismo religioso cristiano, aunque a ratos se atreva a hablar de otras confesiones. En el relato pierde la sutileza de ‘Amor’ y se deja caer en la gratuidad desde el inicio de la cinta, mostrándonos escenas rudas y provocativas como la protagonista flagelándose, la escena de sexo y crucifijo o las peleas desgarradoras con el marido.

El austríaco vuelve a acertar otra vez con la elección de la protagonista: la actriz Maria Hofstatter, estupenda en los momentos más sobrios y en los más enérgicos del filme. El otro gran acierto que se le puede atribuir a Seild es esa capacidad por ahondar en esas oscuras fisuras que posee la aparentemente feliz clase media europea y de retratar un fanatismo religioso terrible para el individuo y para la sociedad, aunque por la forma de hacerlo parezca que busca más la provocación que la reflexión. Aún así sigue siendo necesaria esta cruel reflexión.

'El último concierto'. De la vanidad no se escapa nadie / Pepa Blanes

El debutante Yaron Ziberman –que hasta ahora sólo había rodado documentales- se muestra en su primer largometraje como una especie de Woody Allen, un gran conocedor de Manhattan y de las pulsiones familiares y sentimentales que sufren los neoyorquinos. Sin embargo, el retrato de Ziberman es menos afilado, más poético y alejado del humor del director de ‘Annie Hall’.

'Perder la razón'. El poder del altruismo / Pepa Blanes

En su anterior film, ‘Propiedad privada’ (2006), Joachim Lafosse ya se adentraba a diseccionar las personalidades tóxicas y las relaciones conflictivas dentro de una familia. En ‘Perder la razón’ va más allá todavía en este aspecto de cómo la familia puede ahogar a uno de sus miembros sin piedad. El belga repite el tono frío en las situaciones cotidianas que retrata en esta familia belga y marroquí.

En ‘Perder la razón’, asistimos a lo que concisamente resume su título: Murielle es una joven enamorada de un chico marroquí que vive en Bélgica tras ser adoptado, años atrás, por un médico. El aparente altruismo del doctor para con el joven dará paso a una relación de poder y sometimiento que alcanza también a su esposa. Lafosse consigue un drama sólido, que recuerda a la tragedia clásica y que profundiza en cómo un individuo se hunde dentro de un ambiente extremadamente protector y gracias a la fantástica Émilie Dequenee vivimos las etapas de ese hundimiento.