¿Valentía o cobarde claudicación?

Hoy Isaías Lafuente plantea como polémica del día el anuncio del rey de Holanda de la defunción del Estado del bienestar y su sustitución por una sociedad participativa.

El rey de Holanda anunció ayer solemnemente la defunción del Estado del bienestar y su sustitución por una sociedad participativa. Como si el Estado de bienestar hubiera llovido del cielo sobre las cenizas de la guerra y no se hubiera construido gracias a la participación de los ciudadanos con su trabajo y sus impuestos.

Que el epitafio del Estado de bienestar lo haga un rey, que tiene empleo fijo, que llegó de palacio en una carroza dorada, poniendo voz a un discurso escrito por un gobierno socialdemócrata, tiene miga. Y que lo haga un país cuyo nivel de renta está en el top mundial y cuya preocupación en materia de empleo está en no llegar al 7,5%, es un aviso a navegantes.

Algunos pensarán que el rey ha sido valiente, que por lo menos tiene la gallardía de anunciar una demolición que otros están haciendo eficazmente a la chita callando. Pero esa concepción del Estado de bienestar como un yacimiento que se agota inexorablemente, sin ser capaces de encontrar energías renovables que permitan mantenerlo, puede también interpretarse como un acto de cobarde claudicación. ¿Valentía o claudicación? Esa es hoy la cuestión.