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FÚTBOL | LIGA DE CAMPEONES | REAL MADRID 4 - COPENHAGUE 0

Cristiano y Di María devuelven la sonrisa

Dos goles del portugués y dos del argentino mejoran una primera parte floja

La alegría de Cristiano Ronaldo(EFE)

El Real Madrid superó su segundo partido de Champions con cambios en el once y un juego que necesitó llegar a la segunda parte para explotar. Cristiano, con dos cabezazos, guió la goleada y Di María la completó en el último cuarto de hora del encuentro. Casillas que había fallado en una salida durante la primera parte se desquitó con dos grandes paradas en el descuento | Así te hemos contado el partido

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El ambiente está enrarecido en el Real Madrid. Es un hecho. La derrota contra el Atlético en el derbi ha dejado huella en el club, por el rival, el escenario y las maneras. Es evidente que algo no termina de encajar en el nuevo proyecto de Ancelotti y prueba de ello fue la charla en forma de 'brainstorming' que los jugadores tuvieron con el técnico italiano el pasado lunes. Entre cenas con el presidente y quebraderos de cabeza por la salud de Bale, que tiene la sala de máquinas parada para mejorar su físico, Ancelotti se ha encontrado a primeros de octubre con una tesitura que no esperaba.

El partido contra el Copenhague era un test para medir la solvencia del equipo después de un bache y a la vez, una ocasión perfecta para espantar fantasmas y reafirmar los puntos del plan trazado. La oportunidad por buena que fuese no dejaba de tener su vertiente peligrosa con la exigente afición del Bernabéu como espectador de fondo y la conocida superioridad ante un rival de nivel bajo en Europa. Para la cita, Ancelotti demostró agallas y alineó de inicio al recuperado Varane en lugar de Ramos, dejó fuera a Isco para darle descanso y apostó definitivamente todo al negro con Benzema en la punta. Sin dejar de lado la vuelta de Casillas a la titularidad en su casa, 260 días después.

Tras una primera jugada de despiste, el Madrid trató de imponer su estilo. Una búsqueda por encontrar su identidad y que para su entrenador pasa por controlar el esférico. El juego empezó a construirse entre asociaciones de los centrocampistas blancos que encontraban en la banda izquierda una autopista por la que Marcelo galopaba con total libertad. En tres ocasiones el carrilero brasileño, un jugador descomunal si está centrado y con buen tono muscular, apuró línea de fondo para servir centros a sus arietes. En el primero Benzema se encontró con el balón sin espacio suficiente para apartarse y su cabezazo se fue desviado.

El peligro era aparente pero la intención de entrar por banda era una consigna clara. La insistencia machacona de Marcelo tenía que dar sus frutos antes o después y fue en su cuarta aparición cuando el gol sobrevoló el coliseo blanco. Un buen centro al segundo palo se transformó en una asistencia gracias a la descoordinada salida de Willand, que Cristiano aprovechó para adelantar un nuevo capítulo de su repertorio por aire. El luso, en carrera, se elevó lo suficiente para mirar el balón desde arriba y rematar picado a las mallas.

El Madrid manejaba el encuentro con el beneplácito del Copenhague y llegaba en oleadas escalonadas. Un Di María muy activo tomó el testigo en ataque con dos buenas acciones. La primera tras una diagonal desde la derecha que, después de la pared con Benzema, acabó inexplicablemente fuera. En la segunda, el argentino se agachó para cabecear el enésimo pase de Marcelo y el balón salió rozando el palo.

Antes del descanso, el Copenhague, que apenas había rondado el marco de Casillas, lanzó un par de contras que finalizaron en un córner. En el saque del mismo, Casillas no controló el tempo de su salida y el remate de Gislason pegó en el travesaño y fue despejado por Modric en boca de gol. Mientras los jugadores dejaban el campo camino del vestuario, el runrún en el Bernabéu crecía pese a la aseada primera parte de los merengues. El estado anímico en el club se nota.

En la reanudación el Madrid salió dispuesto a ganarse el favor de su público con más intención que fútbol, aunque había algo que seguía chirriando. Los madridistas jugaban pero no sonreían, corrían pero no disfrutaban. Después de dos buenos disparos de Modric y Carvajal llegó la felicidad futbolística. Entre la oscuridad del Bernabéu apareció la luz en forma de jugada divina. Benzema puso de tacón un buen pase filtrado para la llegada de Di María que, con una exquisita rabona, asistió a un nuevo cabezazo del superhéroe Ronaldo.

Había espacio para el aplauso entre los aficionados blancos que ahora sí disfrutaban con el fútbol de su equipo. Y con más motivo aun cuando llegaron el tercer y cuarto gol de la noche. Di María, que merecía su tanto, condujo con su zurda de oro para sacar dos latigazos a los dos postes. El corazón que dibujó con sus dedos en ambas ocasiones recordó a buenos tiempos.

La entrada de Isco, además de los canteranos Jesé y Morata, fue coreada. Incluso hubo tiempo para dos grandes intervenciones de Casillas que significaron el último refuerzo para un equipo y una afición que necesitan creer en su entrenador. Su fútbol pide paciencia a gritos y ser masticado con buen gusto. Pero sobre todo, el Madrid necesita comunión entre plantilla y afición. Tan fácil de decir como difícil de lograr. El fútbol de Ancelotti tiene la llave.

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Gol de Ronaldo (Real Madrid 1 - Copenhague 0)

Gol de Ronaldo (Real Madrid 2 - Copenhague 0)

Gol de Di María (Real Madrid 3 - Copenhague 0)

Gol de Di María (Real Madrid 4 - Copenhague 0)