¿Dos y dos son cuatro?

A Ignacio González le enseñaron en la escuela la evidencia de que dos y dos son cuatro. Pero su experiencia pública le ha enseñado que las cosas en política no siempre son así. En un país como el nuestro, para que cuadren las cuentas del Estado, las autonomías verán cómo el resultado de esa suma básica o supera o no llega al cuatro, porque interviene un tercer sumando, en apariencia nada matemático, que es el de la solidaridad.

González, en un artículo en el que hoy demanda un mejor sistema de financiación para España, no reclama que se despeje ese factor, sino que se reparta de forma equitativa. Y denuncia que mientras Madrid recibe una sexta parte de lo que recauda, Cataluña recibe más de la mitad. Si es así, es notablemente injusto. Y si es así, es difícil de entender que no se rectifique.

Cualquier chavalillo de primaria, de esos que están a la cola en matemáticas en los Informes Pisa, tardaría apenas cinco minutos para encontrar una fórmula de equilibrio en la que dos y dos tendiera al tres en las comunidades ricas, para que la suma en las comunidades menos favorecidas tendiera al cinco. Porque la solidaridad, para ser justa, también puede formularse en términos matemáticos.