El editorial de Pepa Bueno: ¿Oiga, es el enemigo?

Hoy es uno de esos días en los que la actualidad reclama urgentemente acudir a los clásicos: Gila.

Y es que el escándalo del espionaje empieza a resultar un vodevil que sería de risa, si no fuera porque están en juego derechos civiles tan básicos como el de la intimidad de las comunicaciones y los límites de la eterna ecuación entre libertad y seguridad, que algunos se empeñan en considerar excluyentes. La NSA, la Agencia Nacional de Seguridad Estadounidense, dice ahora que se han interpretado mal los papeles de Snowden: que los pinchazos masivos de teléfonos en Francia y en España los hicieron los servicios de inteligencias de cada país. O sea, aquí el CNI, y que después pusieron esos datos al servicios de los americanos. Y además que se pinchaban las comunicaciones en situaciones o países de conflicto. Y todo esto mientras los gobiernos respectivos, el francés y el español sin ir más lejos, iban elevando el tono de crítica por el espionaje estadounidense. Ayer, el jefe del Centro Nacional de Inteligencia español, Felix Sanz Roldán decía que lo servicios secretos...son secretos.

Este es el tabú que han roto el soldado Manning o Snowden. La misma tecnología que multiplica por mil esos secretos, los puede convertir en transparentes. Veremos qué dice a las 9 el presidente del gobierno. Rajoy comparece para hablar del último consejo europeo, en el que se acordó precisamente pedir a Estados Unidos un nuevo protocolo de actuación en materia de espionaje...no por el pinchazo masivo a ciudadanos, sino por la evidencia de que los norteamericanos han intervenido entre otras, las conversaciones de Angel Merkel. Y esto sí parece claro que lo han hecho ellos.