Las ratas

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Salieron corriendo. Literalmente. Nuestros diputados, los representantes del pueblo, los que trabajan en la que llaman la casa de todos, en la cámara en la que reside la soberanía, salieron como alma que lleva el diablo para irse de puente, como niños cuando suena el timbre del recreo. Pero ni son niños ni el Parlamento es un recreo aunque ellos se comporten a menudo como si lo fuera. No esperaron si quiera a ver el resultado de la votación. No esperaron a ver si quiera a ver cómo el gobierno del Partido Popular daba muerte al sistema de pensiones ligado hasta ahora a la subida de los precios. Ayer era noche de difuntos, sí: murieron a manos del PP las pensiones tal como lo hemos conocido en toda la democracia. Los congresistas no esperaron ni a ver cómo se firmaba su certificado de defunción. Tendrían que haber hecho lo contrario. Tendrían que haberse quedado como forma de protesta. Tendrían que acampar en el Congreso, atarse a los escaños hasta conseguir que el Partido Popular le devuelva a los pensionistas lo que es suyo y lo que la Constitución defiende: que las pensiones se ajusten al aumento del coste de la vida. Es un robo a punta de mayoría absoluta: le han quitado a los pensionistas su dinero, lo que han ido ahorrando durante toda su vida de trabajo. Desde la reforma de la Constitución pactada por PSOE y PP creo que no ha habido una puñalada más trapera al Estado social. Por eso huyeron todos: el gobierno acababa de apuñalar a los pensionistas de este país y parecía como si los asesinos y los cómplices huyeran del lugar del crimen para que no les pilláramos. Dicen que las ratas son las primeras en abandonar el barco cuando se hunde. Ayer vimos la muestra más evidente. Le hacen otro agujero al barco y nos vuelven a contar que están tapando agujeros. Ayer además el agujero se lo hicieron a los que han dado toda su vida por levantar este país, a los que se han dejado sus mejores años para sacar adelante a las familias con la esperanza de una tranquila vejez. Ahora muchos se encuentran con que no tienen descanso porque tienen que ayudar a sus hijos y nietos para que no se hundan. Ahora a la mayoría le han quitado el sueño con un recorte en las pensiones en el que muchos se ahogarán. Huyen las ratas. A las ratas, raticida, señores. Los sindicatos y fuerzas políticas que se oponen a este apuñalamiento deberían plantarse, pararse, hacer huelga, protestar, no salir corriendo de la ratonera, como si fueran parte de las ratas. A los que llevan toda la vida remando para que el barco no se hunda, hay que ayudarles ahora que se hunden. Como decía John Lennon: Help!




