La columna de Almudena Grandes: "Un pasaporte suizo"
Cada viernes la escritora Almudena Grandes nos obliga a pensar. Viernes, 1 de noviembre

Cada viernes nos acompañará la escritora Almudena Grandes(JAVIER JIMÉNEZ BAS)

Dos agentes de la inteligencia británica vigilan una casa a distancia en una noche de perros. Llueve, hace frío, tienen la ropa empapada y ambos saben que su misión es inútil. Al rato, uno de ellos lo expresa con una pregunta retórica. ¿Qué estamos haciendo aquí, si nuestros primos de la CIA ya lo saben todo, si van a ser ellos quienes tomen las decisiones y se cuelguen las medallas? Su compañero le mira y pregunta a su vez. ¿Tú qué quieres, ser ciudadano suizo? El rebelde niega con la cabeza y los dos siguen vigilando, tiritando en silencio.
John Le Carré escribió esta escena, que yo he citado de memoria, en una novela espléndida, como casi todas las suyas, titulada El espía perfecto. Cuando apareció, en 1986, el Muro de Berlín aún no había caído y la lógica de la guerra fría atizaba un póstumo resquicio del orgullo imperial británico. Pero el futuro, que era el presente que estamos viviendo, latía ya en aquel diálogo. Por eso, mientras tirito al leer que el CNI ha espiado a ciudadanos y empresas españolas para entregar esa información a la CIA, recuerdo la estéril tiritona de los personajes de Le Carré.
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Lo más difícil de tragar es que las autoridades presenten esta operación como la consecuencia de una alianza, un favor entre amigos. Y que sean capaces de encontrar armas de destrucción masiva de las que protegernos siempre que les conviene. Así que, aunque siga siendo tan triste como en 1986, ha llegado el momento de desear un pasaporte suizo. Con todas las consecuencias.
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Un pasaporte suizo




