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Las lágrimas negras del chico danés

Este año, el álbum cumple una década y ya no está Bebo. 'Lágrimas negras' fue su regalo al mundo, un testamento musical que le hará perdurar en el tiempo porque las canciones que grabó con El Cigala tienen duende. "Nunca he visto dos músicos que tengan más de 50 años de diferencia y que vengan de mundos tan distintos, juntarse de la manera que lo ha hecho ellos", explica Nat Chediak, coproductor junto a Fernando Trueba del disco, en 'Bebo Valdés y su mundo', el libro del sueco Mats Lunhahl.Era domingo por la mañana cuando Bebo y Diego entraron a grabar el primer tema del álbum. Cuando empezaron se hizo el silencio y luego brotaron las lágrimas entre todos los presentes, recuerda Trueba en las páginas del libro de Lunhahl. Los dos artistas se habían conocido y juntado por obra del director, que también ejerció de productor. Cuando el cubano y el español se conocieron, Bebo tenía 85 años. La idea de juntar al pianista y al cantante surgió poco antes, cuando un día Diego cantó a Trueba un bolero que le tenía prendado y el cineasta se iluminó. Pronto se conocieron y en febrero de 2001 Bebo grababa tres temas para ‘Corren tiempos de alegría’, el álbum de El Cigala. Aquello sería un ensayo para lo que vendría después.

“Creo que el éxito musical de ‘Lágrimas Negras’ está en que no es un disco de fusión en el que cada uno habla un idioma y carecen de uno en común”, explica Trueba en una entrevista con motivo del décimo aniversario. “Es un disco que cada nota de piano que da Bebo, cada cante que da El Cigala llegan incluso a gente que no hubieran escuchado nunca un cante flamenco o música cubana. Hay algo en el disco que es muy universal, que toca a gente de cualquier tipo, de cualquier cultura, de cualquier estrato social y eso es algo de lo que nos hemos dado cuenta luego, por supuesto, son cosas que uno no puede calcular”, añade el realizador español.

A aquel chico danés todo esto le daba igual, apenas sabía pronunciar el nombre del disco o de sus autores, pero se perdía en el piano de ‘Inolvidable’, en las dudas del ‘Corazón loco’, en las brumas de  ‘Nieblas del riachuelo’ o en la profunda melancolía de ‘Se me olvidó que te olvidé. Para él, esas canciones tenían todo el sentido del mundo, un alma propia que conectaba de algún modo con su pena.  Aquel invierno danés quedaría atado a esas canciones que sonaban una y otra vez como una penitencia. La tristeza y la belleza de aquel disco enamorarían a medio mundo dando una nueva vida a sus autores. Diego se consagró a nivel internacional, Bebo vio cómo su música obtenía el reconocimiento que merecía. El gran pianista cubano, que pasó media vida en Suecia de espaldas al éxito, vivió un final de película. “Han sido diez años impresionantes en la vida de Bebo en los que ha sido feliz. Ha tenido éxito, el respeto y el cariño de la gente, ha ganado dinero y todo ha sido muy, muy bonito; y ahora se le echa de menos, el hueco de Bebo es muy grande”, admite Trueba. En marzo de 2013, Bebo Valdés fallecía a los 94 años de edad como uno de los grandes nombres de la música cubana, como un pianista especial capaz de transmitir una magia especial que con ‘Lágrimas negras’ conectó con medio mundo.

Twitter: AcardenalR

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