Libros venenosos

Hay pocas cosas en la vida que ocurran por casualidad. Sólo se trata de tirar del hilo, saber hacerlo, no distraerse, no dejarse engañar y al final acabas encontrando el porqué. Por ejemplo, si hablamos de la violencia de género, de la violencia machista. El lunes se celebraba el Día Mundial contra esta lacra y, claro, cabe preguntarse: ¿por qué sigue, porqué está ahí, no funcionan las leyes, no estamos en el siglo XXI, no debería estar prácticamente erradicada, ser un mal recuerdo del pasado? Bueno, pues muy fácil: sigue ahí porque hay personas e instituciones interesadas, convencidas de que la mujer está un escalón, o varios, por debajo del hombre.

Y esa es la antesala para que un hombre, por lo que sea, en un momento dado, quiera mantener ese privilegio a lo bestia. O llegue a la conclusión de que un ser inferior no tiene derecho a amargarle la vida. Ese es el esquema mental del agresor, del maltratador, del asesino. ¿Y cómo se fabrica ese esquema?

Pues miren, hoy les ofrecemos una pista que tiene que ver con la educación, con los referentes sociales. ¿Recuerdan aquel libro de una periodista italiana titulado 'Cásate y sé sumisa'. Y no se queden sólo el título; si se toman la molestia de leerlo, es brutal, brutal. Bueno, pues resulta que ese libro, que por cierto edita el arzobispado de Granada, es ahora mismo uno de los tres más vendidos en Amazon España.

Señal inequívoca de dos cosas: de que sigue habiendo un magma, un caldo de cultivo para perpetuar el machismo, para que siga siendo estructural. Y señal también de que por mucho que predique el nuevo Papa sigue habiendo una caspa, una costra reaccionaria en la jerarquía católica que echa de espaldas.

Hoy en el Congreso se ha debatido incluso si prohibir la publicación de este tipo de libros. Que sinceramente no sabemos, porque eso de prohibir la difusión de ideas, por muy nefastas que sean, siempre queda feo.

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Pero al margen de eso, que sea éxito de ventas y que lo edite un arzobispado, sinceramente, ya me perdonarán, pero es una puñetera vergüenza. País... que diría Forges.