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Los cien cumpleaños de Kat Edmonson

Nos encontramos con la compositora estadounidense en un restaurante del centro de Madrid, Kat acaba de comer y aparece con una bufanda roja al cuello, el pelo corto, unos inquietos ojos azules y un pelo muy corto que la hace parecer más joven. La cantante habla despacio, midiendo sus palabras, y según avanza la charla se va abriendo dejando atrás su timidez inicial. Su voz, como cuando canta, tiene un punto nasal y dulce que resulta agradable de escuchar. Edmonson viene a España para presentar un álbum redondo y romántico que ha conquistado las listas de jazz y que ha conseguido trascender más allá gracias a composiciones como la alegre 'Lucky', la bossa-nova de 'What else can I do' o las reminiscencias clásicas de la triste 'Hopelessly blue'.

Editar este álbum ha sido una larga aventura llena de palos de ciego y de errores. “Mi camino ha sido difícil porque no conocía a nadie en el mundo de la música”, explica Kat. “Fui un año a la Universidad de Carolina y allí me di cuenta de que para mí aquello no tenía sentido, además trabajaba para pagar la universidad y era muy estresante.  Poco después dejé todo y me fui a Austin (Texas) porque me dijeron que era donde estaba la escena musical. Cuando llegué no conocía a nadie y me llevó un tiempo hacerme un hueco”, detalla la cantante, que con 19 años fue seleccionada para formar parte de la segunda edición del popular ‘American Idol’.  “Aquello fue una mala decisión. No me pareció divertido ni auténtico, era televisión”, explica ahora. “Pero tampoco sabía qué hacer con mi vida”, añade.

De vuelta a Austin, empezó con el jazz. “Escribo todo tipo de música, pero no sabía tocar ningún instrumento ni leer música y el jazz era un estilo que me permitía encajar”. Kat era una enamorada de las viejas películas musicales que su madre la ponía de niña. Entre sus influencias cita a Fred Astaire y su forma de respirar, o la energía vocal de Etta James.  Aquellos fueron tiempos duros en los que la cantante de Houston trabajó de todo mientras soñaba con canciones, con escenarios, con locales oscuros. “Mi problema en Austin era que no conocía absolutamente a nadie, a ningún músico”, explica. Un día un trompetista entró en el local  en el que Kat trabajaba de camarera. “Nos pusimos a hablar de jazz y comencé a cantar con él en noches de micro abierto cuando tenía 21 años”. Allí, en Austin, se fue abriendo un hueco en la escena local y su nombre comenzaba a sonar en los clubes nocturnos. “Poco después dejé el trabajo y me decanté por la música, había trabajado de niñera, de contable, en telemarketing, de camarera y no era buena en ninguna de las cosas. Cuando era pequeña quería ser una cantante famosa, por fortuna me perdí en ese camino y encontré uno mucho más auténtico. Es importante hacer este camino, así es como realmente aprende un músico y el camino te acerca a la realidad de por qué haces las cosas en el fondo”.

Ahora, en la mesa del restaurante, Kat se muestra como una mujer segura de sí misma. “Creo que ahora lo soy”, admite. “Recuerdo haber tenido muchos miedos a los 19 años, también mucha energía que no sabía cómo sacar o qué hacer con ella y no tenía a nadie que me orientase. Tenía la sensación de saber qué podría hacerlo si encontraba el camino y lo encontré.  Siempre fui día a día, poco a poco, y nunca paré de pensar que podría hacerlo. Al final, los que consiguen hacer las cosas en la vida son los que nunca dejan de intentarlo. Todos tenemos buenas ideas y aspiraciones, no hay rendirse. Es difícil creer en uno mismo pero no hay nada ridículo en soñar”, confiesa con firmeza.  Después de todo lo llovido, de los años de camarera, de las dudas universitarias, de su paso por la televisión, Kat hace un silencio mientras mece la cabeza. “He conseguido hacerme mi camino y vivir de mi música”, dice orgullosa.  “Tengo muchos objetivos pero siento que lo que realmente quiero es lo que ya he conseguido: hacer música que amo con gente a la que quiero. Lo demás son complementos a eso, mi vida con la televisión podría haber sido muy diferente y estoy muy agradecida de que mi camino haya sido este”.

Twitter: AcardenalR

 

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