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Las lágrimas rusas de Toundra

La andadura de Toundra comenzó sin grandes pretensiones pero en apenas un lustro el grupo se ha convertido en una de las bandas más interesantes del momento. Toundra camina con paso firme, trabajando de día y ensayando de noche con el ojo puesto en la música, lo demás, como explica Girón por teléfono, es secundario.

Toundra se formó en Madrid, los músicos rondaban los mismos locales y clubes, y aunque sus gustos musicales varían, el grupo se encuentra alrededor del punk rock, punto de partida de un sonido complejo e intenso que no ha parado de ganar seguidores gracias a unos buenos directos y a unos álbumes que mejoran a cada entrega. Aunque si hay que fijar un punto de inflexión, ese momento en que toda banda empieza a tomarse en serio a sí misma, Esteban responde sin dudar. “Hay un concierto que fue especial, un concierto en Barracudas”, explica el guitarrista de 26 años. “Hasta ese momento habíamos tocado como teloneros en conciertos a los que solamente venían nuestros amigos. Aquel era un bolo en beneficio de una promotora arruinada, era Madrid, era julio y no hubo promoción. Vinieron 250 personas y la promotora se salvó”, recuerda el músico asturiano. El otro giro al sonido de Toundra fue la entrada de Alex como batería en 2008. “En aquel momento empezamos a sentirnos más libres para crear porque teníamos una base segura”, explica Girón.

De pronto Toundra tomó forma y comenzó su viaje sonoro y mudo. “La verdad es que ninguno sabe cantar”, admite el guitarrista al ser preguntado por la ausencia de cantante. “Pero teníamos claro que podríamos funcionar sin uno. Lo decidimos desde el principio. Cada uno disfruta de su instrumento sin la necesidad de un cantante. Tampoco pensamos que llegaríamos a grabar un disco. Nos juntamos para tocar y hemos llegado así hasta hoy”, confiesa Esteban.

Pero para que Toundra haya acabado siendo la banda que es hoy ha habido que hacer concesiones. Cuando Esteban terminó la carrera, estudió Comunicación Audiovisual, eligió sus trabajos atendiendo a dos cosas: que le dejaran tiempo para ensayar y tocar y que le dejasen el dinero necesario para comprar guitarras y pedales. Esa es la tónica general en el grupo, todos los miembros de Toundra tienen otras profesiones. David, el guitarrista de 36 años, es abogado, Alex, el batería de 30, trabaja de contable y Alberto (28 años) ha vuelto a estudiar. Cuando los tambores llaman a los escenarios, los chicos de Toundra lo dejan todo, se arman con sus instrumentos y se lanzan a la carretera, una carretera que les ha llevado a presentar sus canciones en una decena de países. “Siempre me impresiona tocar en el extranjero y encontrarnos con un público que conoce nuestra música”, explica Girón a Sofá Sonoro. “Que no haya letra hace más fácil la conexión con otros públicos”, añade.

Poco a poco el grupo ha ido calando entre un público que ha ido creciendo. Buena culpa de ello lo tienen sus tres discos –I, II y III- y sus directos. Su entrega sobre el escenario les ha valido para ir ganando espacio en los festivales. “Con este álbum hemos pasado de abrir festivales a las cinco de la tarde a tener buenos horarios”, aclara el músico. “Hemos ido ganando sombra”, añade en broma. Este año han actuado en dos de los grandes festivales del verano. “En el Dcode tocamos a las diez de la noche y en el Primavera Sound a las 3 de la mañana. Con este disco hemos ganado presencia y reconocimiento. Hemos conseguido que vean que somos capaces de llamar la atención a la hora de más demanda”.

Ahora el grupo afronta su último concierto tras 16 meses de bolos y festivales intercalados con ensayos y horas de oficina y trabajo. “Estamos ya haciendo cosas nuevas para que no nos pille el toro, queremos grabar en julio y hay que ponerse las pilas”, reconoce Girón. Un tiempo de creación que deberá alumbrar la continuación de un disco que ha llamado mucho la atención entre los medios especializados y que ha sido un nuevo punto de inflexión en la carrera de esta banda de amigos que ahora afronta un futuro lleno de ilusión. A pesar de ello, Esteban se muestra cauto pero seguro respecto al futuro. “No sé si estaré vivo dentro de 10 años o si seguirá el grupo. A lo mejor no hay Toundra pero estoy seguro de que haré música porque es el mejor antidepresivo y la mejor válvula de escape”, explica. “Después de todo, llevo toda la vida con la música. A los 7 años mis padres me metieron al conservatorio, los profesores les decían que era un negado y ellos me decían que tenía que seguir”, confiesa Girón. “Eso he hecho toda mi vida, pensar en la música, vivirla. Mi pasión es la música y no concibo la vida sin hacerla”, añade. “Pase lo que pase no cambiaría mi vida por la de nadie”, remata.

 

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