Diamantes negros. Pura y dura pedagogía

Diamantes negros, Miguel Alcantud

20.000 adolescentes africanos deambulan por Europa después de haber sido traídos y abandonados por mafias que buscan futuras estrellas de fútbol. Esas son las frías cifras del tráfico de menores a las que el director Miguel Alcatud ha puesto cara de una manera sobria en 'Diamantes negros'. ¿Por qué no hacer un documental? Precisamente Alcatud descubrió este drama humano en un documental noruego y quiso acercar el drama a los espectadores a través de una historia de ficción más cálida. Y lo consigue. 'Diamantes negros' está interpretada por dos jóvenes malienses, Setigui Diallo y Hamidou Samaké, ahora veinteañeros, pero que llegaron a España con 15 años tras ser timados y abandonados por un grupo de supuestos agentes de deportistas. Los dos chicos debutan en el cine interpretándose a sí mismos, y lo que falla en su técnica interpretativa se compensa en la autenticidad y patetismo de las situaciones de descarnada desolación e incomprensión.  'Diamantes negros' es un caso más de cine de denuncia social en el que pesa más el valor de su testimonio que su calidad cinematográfica. Alcatud ha sido realista en su cometido y sobrio en la puesta en escena. Esa sobriedad se agradece a la hora de contenerse en la tragedia, que hace que el relato sea digerible para los espectadores ya inmunizados al dolor de los grandes dramas enfriados por la cantidad y frialdad que vomitan los telediarios. 'Diamantes negros' es el caso de una película montada contra el sistema, sudada gota a gota y que en el pasado Festival de Málaga consiguió el premio del Público. Lo cual es una gran noticia que revela que todavía hay muchas injusticias por denunciar y, lo más esperanzador, que al público le sigue interesando el dolor ajeno y no estamos perdidamente abotargados.   María Guerra