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William Onyeabor, la historia perdida del rey cristiano de Enugu

Se sabe que William autoeditó ocho álbumes entre mediados de los setenta y principios de la década de los 80 antes de bautizarse en la religión cristiana y no volver ni a grabar ni a hablar de música desde entonces. A finales de la década se le perdió la pista y William está prácticamente desaparecido, o al menos eso explica el sello Luaka Bop, que acaba de editar el recopilatorio 'Who is William Onyeabor?' La nota que acompaña el disco explica que el equipo de Luaka Bop –el sello creado por David Byrne- ha pasado 18 meses intentado dibujar un perfil biográfico de William con escaso éxito: el hombre no quiere recordar esa parte de su vida ni que nadie le moleste.

El recopilatorio, editado este año, es un álbum tremendamente peculiar. En un país como Nigeria, en el que se hablan cientos de dialectos diferentes, la riqueza musical es inabarcable y la música de Onyeabor bebe de muchas fuentes para ofrecer un resultado intensamente rítmico y visionario. En sus canciones hay funk, hay vientos y coros, hay sintetizadores, algo de electrónica y sonidos ochenteros con ruidos espaciales de videojuegos y del pinball, pero también hay ritmos del afrobeat de Fela Kuti y restos de su mensaje. Entre todo este conjunto de sonidos, que crean un ambiente neblinoso y futurista, flota la voz africana de William, que canta en inglés, tratando temas políticos y sociales con mensajes antibelicistas.

Para la gente de Luaka Bop la vida de William Onyeabor era un enigma que resolver. Incluso viajaron hasta su casa en Nigeria y consiguieron hablar con él. No obtuvieron ninguna respuesta pero tras años de trabajo pudieron finalmente editar su disco, sin apenas información, sin ese contexto en el que tanto se esmeran este tipo de sellos, canciones a pelo, sin pistas ni datos.

En pleno siglo de la información, el músico nigeriano ha conseguido vivir de espaldas a un mundo al que tiene intrigado, quizá sea por el sonido avanzado y adelantado a su tiempo de Onyeabor, sonido que coquetea con la electrónica, juega con el funk y que se adereza con una tremenda carga social. El disco editado por el sello estadounidense tiene canciones tan potentes como ‘Why go to war’, en la que el William plantea cuestiones pacifistas, ‘Atomic boom’, escrita durante la Guerra Fría, o como ‘Heaven and Hell’. También hay temas de amor espacial como ‘Body and soul’, los diez minutos que abren el disco,  ‘Love is blind’ o ‘Lets fall in love’.

El esfuerzo de estos años de preguntas y de búsqueda parece infructuoso pero el álbum, aún sin contexto, resulta interesante. El contexto, el dato, queda fuera de este trabajo, difuminado por comentarios desperdigados por Internet y lleno de rumores. La verdad, si acaso importa, se la guarda el músico, el rey de Enugu, el cristiano renacido que solamente quiere hablar de Jesús.

 

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