La mirada de Soledad: "Un formidable líder político"

"Hay que dejarle marchar". Lo dijo uno de los mejores amigos de Nelson Mandela a la salida de la clínica fue internado hace unas semanas. Había que dejarle marchar, pero no debe existir otra persona pública en el mundo a la que resulte más difícil decirle adiós, porque no hay otra persona en el mundo que simbolice mejor la dignidad de los seres humanos humillados y ofendidos. Mandela consiguió acabar con el régimen del apartheid, pero no son solo los negros los que le deben estar agradecidos. Son todos los seres humanos, al margen de su color.

Sería una equivocación pensar que Mandela fue un líder espiritual. Fue un extraordinario líder político. Un hombre que luchó con las armas en la mano cuando creyó que era la única manera de reivindicar la dignidad de la población negra. Y un hombre que, muchos años después, supo comprender que, en ese momento la dignidad y el futuro de su pueblo, dependía de su capacidad de perdón y de encabezar la reconciliación. Mandela no olvidó el sufrimiento de los negros bajo el régimen del apartheid e impulsó una Comisión de la Verdad que dejara establecidos los crímenes y el espanto padecidos. Pero luego pidió a negros y blancos que miraran hacia delante. De pocos líderes políticos se puede decir en la historia que evitaron con su sola presencia, su sola influencia, su solo poder una masacre de proporciones formidables. Hay que decirle adiós, pero no deberíamos olvidar nunca su figura alegre, fuerte y decidida.