Mujeres de...

El código iframe se ha copiado en el portapapeles
La Infanta Cristina es la mujer de Urdangarín que no sabía lo que su marido le hacía firmar. Es la hija del rey a la que Montoro tiene que salvar de las garras de Hacienda porque ella no sabía que su esposo elaboraba facturas falsas. Ana Mato era la señora de Sepúlveda que no sabía que su marido tenía un Jaguar en el garaje. Es la mujer que no sabe quién paga sus viajes a Eurodisney porque de eso se encargaban los amigos de su esposo. Es la madre de unos niños adorables a los que viste una sirvienta para felicidad de la ministra. Y es la ministra que da un contrato a un ex consejero del PP sin saberlo. Son mujeres de... Son mujeres de un hombre que decidía por ellas, que era ellas porque ellas no eran. No son. Hacen como que no son nada sin los hombres que las justifican, que justifican sus errores y su existencia. Ninguna de ellas se hace responsable. Los hombres que se encargaban de sus asuntos, se encargan también de la carga. Miguel Blesa se encargaba de meter mano en la hucha de Cajamadrid para facilitarle un crédito a su sobrina. La sobrina de Blesa. Otra mujer de. El consejero de educación de Castilla la Mancha se saltó las listas de espera para que operasen a su mujer. Otra mujer de. Como Ana Botella que será siempre la mujer de Aznar que es alcaldesa por ser mujer de quien es. Mujeres que no son mujeres. Mujeres a la medida de sus hombres. Han vuelto a aquellos oscuros tiempos en los que la mujer tenía que pedir permiso al marido para firmar cualquier papel. Han vuelto al papel de esposa amantísima, madre sacrificada, sirvienta y criada, mujer pobrecita que no puede valerse por sí misma. Hacen el papel de tonta. Y nos toman por tontos. Les hacen un flaco favor a las mujeres y un gran favor al macho dominante al que le gustaría que las cosas siguieran siendo así. A muchos hombres les gusta que sea así. Sería muy saludable que imputasen a la Infanta solo para demostrar que ningún hombre va a salvar a una mujer dueña de sus actos. Sería necesario que esas mujeres dejen de comportarse como mujeres de y que esos hombres dejen de tratarlas como sus señoras. Estas mujeres que no asumen su responsabilidad, los periódicos, partidos y ciudadanos que las justifican, los hombres que las amparan o excusan, perpetúan un mundo dominado por hombres que primero meten a la mujer en un lío y después se presentan como sus salvadores. No son mujeres de nadie. Son dueñas de sus actos, sean viles o loables.




