La amistad más sincera del rock and roll
El final de The Band tendría algún coletazo o amago de reunión, pero la tragedia se cebó con la banda canadiense. Richard Manuel falleció en marzo de 1986, Rick Danko murió en diciembre de 1999 y Levon Helm, en abril de 2012. De aquella mítica formación quedan Garth Hudson y Robbie Robertson, que se convirtió en los ochenta en el asesor musical de Scorsese. Robertson aparece en ‘Moteros tranquilos, toros salvajes’ (Peter Biskind), el excelente retrato de la industria del cine independiente de los años setenta. En las páginas dedicadas a Martin Scorsese se muestra la relación de amistad que mantenía con el músico, una de las personas que mejor se ha entendido con el peculiar realizador. Scorsese entabló una amistad especial con Robertson y siguió indagando en la música, editando trabajos tan aplaudidos con el documental sobre las raíces del blues, los que rodó sobre Bob Dylan o George Harrison e incluso grabó a los Rolling Stones en directo.
Durante todos estos años, los melómanos han disfrutado de la música de las películas de Scorsese. Por sus historias han pasado todos los grandes nombres del rock, leyendas del blues o del soul, las bandas del momento, apuestas personales del director y pequeños descubrimientos de Robertson. El músico ya conoce la forma de trabajar de su amigo y para cada película le prepara una amplia selección para que Scorsese vaya escuchando a su ritmo. “Es lo que llamo el Juke Box de Marty. Algunas canciones van pensadas para una escena concreta y otras, en cambio, son ideas que quizá encajen en algún momento de la película”, explica Robertson a Hugh Hart. “Para Marty la música y las imágenes son la misma cosas. Se trata de encontrar algo que sirva de contrapunto al poder de la imagen y que no entorpezca el relato”, añade el músico.
Los documentales musicales de Scorsese
Las canciones de sus películas demuestran un profundo conocimiento de la historia musical estadounidense y un genial uso de su tensión y emoción para reforzar las escenas o los sentimientos de los personajes. En ‘El lobo de Wall Street’, Scorsese y Robertson han vuelto a demostrar el buen estado de su relación profesional, desde el tema coescrito por Robertson y Matthew McConaughey que abre la película a golpes de pecho regados con Martini y cocaína hasta el final, con cameo incluido a Sharon Jones (canta en la boda de DiCaprio). En la historia vuelve a predominar el blues, con temas de John Lee Hooker, Howlin Wolf, Eartha Kitt o Bo Diddley. Pero también hay espacio –la película dura tres horas- para música de la época en la que está ambientada la historia –años 80 y 90- con artistas como Devo, Foo Fighters, The Lemonheads o Cypress Hill.
Al margen de su carrera en el cine, de su amistad con Scorsese, Robertson ha seguido editando discos con cierta regularidad, cinco desde 1987. El último, ‘How to Become Clairvoyant’, es un álbum certero de rock que ha sido su mejor lanzamiento en solitario. La vida de Robertson es tan parte de la historia musical como Scorsese lo es de la del cine, pero detrás de sus carreras y de sus trabajos queda una profunda amistad, la amistad de dos hombres que se juntaron cuando estaban hundidos y que han crecido juntos y trabajo juntos desde entonces, desde aquella noche en la que Robertson se encontró sin casa y Scorsese le abrió las puertas de la suya. Twitter: AcardenalR
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