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Jackson C. Frank: la historia de amor más triste de la música

La historia de Jackson C. Frank bien podría dar para una película como la que acaban de estrenar los hermanos Coen, también para un libro o para un documental como el que ganó el Oscar el año pasado con la historia de Sixto Rodríguez. La de Frank es una historia trágica y de mala suerte. Es la historia de un músico estadounidense que editó en Inglaterra, en 1965, un álbum homónimo de un folk maravilloso y aunque la fortuna no trató bien ni al músico ni al disco, el tiempo si se ha portado bien con esas canciones delicadas y honestas que en este 2014 han regresado a las tiendas gracias a una fabulosa reedición de su obra.

La historia de Jackson C. Frank comienza con el incendio de su colegio en 1954, una tragedia que se saldó con 15 niños muertos. Frank, que entonces tenía once años, pasó siete meses en la cama de un hospital recuperándose de las quemaduras, los injertos y las operaciones a las que tuvo que ser sometido. Allí aprendió a tocar la guitarra que le regaló uno de los profesores de su colegio.

Tras salir del hospital, Jackson retomó su vida y siguió tocando, montó sus primeras bandas adolescentes en el área de Búfalo y accedió a la universidad para estudiar periodismo. Habían pasado los años, la vida había seguido su curso y cuando el chico cumplió los 21, otro hecho relacionado con el incendió volvería a cambiar su vida.

Ese año, el músico recibió un cheque, a modo de indemnización, de 100.000 dólares. Una enorme fortuna para un joven de los años sesenta. Jackson cogió su dinero, se compró un coche de lujo y se embarcó en el Queen Elizabeth para ir a Inglaterra para ser músico en la efervescencia cultural del Londres de mediados de los años sesenta. Ese momento quedó registrado en ‘Blues run the game’, el tema que dio nombre a su primer single.

Jackson C. Frank llegó a Londres con 22 años y una maleta llena de dinero. Se dice que, en realidad, fue a Londres a comprar coches de lujo, que eran una de sus pasiones, pero que una vez allí se fue metiendo en la escena musical londinense. Frank fue haciendo contactos, conociendo a gente y una chica que le vio actuar le presentó a dos amigos que se estaban quedando en su casa y que resultaron ser Paul Simon y Art Garfunkel. Jackson les tocó unas cuantas canciones y Paul Simon quedó tan entusiasmado que se ofreció a producir el debut de Frank que se publicaría en el verano de 1965.

Pero el disco de Frank fracasó, en Inglaterra no vendió bien y en EEUU funcionó tan mal que el músico fue despedido del sello discográfico que le había fichado. Aunque el disco gustaría mucho entre los músicos y son bastantes los artistas que han versionado temas de Frank, bandas y artistas como Counting Crows, Laura Marling o Nick Drake.

Tras publicar el álbum, las cosas se empezaron a torcer para Frank. Tras gastar casi todo el dinero en pocos años, el chico regresó a EEUU donde se casó con una modelo y tuvo un hijo y una hija. Solamente regresaría a Inglaterra en 1968 para una gira y para participar en el programa de radio de John Peel. En aquel viaje Frank intentó grabar las canciones de su segundo disco, que fueron rechazadas, y poco más se supo de él en un tiempo.

La siguiente noticia que se tuvo de Frank en Inglaterra fue años después a través de una carta que escribió a un amigo músico y que venía firmada desde una institución mental en la que había sido ingresado después de que su hijo pequeño muriese de una fibrosis quística y el matrimonio se separase. De pronto, todo el pasado, toda la mala suerte de su vida se juntaron a la vez y Jackson explotó y fue ingresado en una institución con problemas mentales. Con los años se ha argumentado que Jackson fue mal diagnosticado, que no tenía problemas mentales y que todo se debía al trauma del incendio y a la severa depresión por todo aquello, de la que nunca fue tratado.

A partir de este momento, todo se complica. El músico desaparece del mapa y se empiezan a crear rumores y leyendas que dicen que está muerto. Unos años después, reapareció. Jackson salió del centro sanitario y se fue a Nueva York a buscar a Paul Simon con la idea de grabar nuevas canciones, pero nunca llegó a verle. Aquí se pierden los detalles y no se sabe muy bien cómo, acabó viviendo años en las calles de Nueva York. La gente que le conoció ya ni le hubiera reconocido. Frank estaba muy gordo, una consecuencia de las quemaduras que sufrió de niño, estaba muy descuidado y actuaba de una forma muy extraña. Paralelamente, en 1978 su disco volvió a ser reeditado, con nuevas canciones, pero tampoco tuvo éxito.

Cuando las cosas estaban en su punto más complicado apareció un fan al rescate, un tipo llamado Jim Abbott que vivía en Woodstock dio con él a principios de los noventa. Abbott solía ir a un tienda de discos de segunda mano y allí se encontró con un vinilo de Al Stewart, que había tocado en el único álbum de Frank, con un dedicatoria para Jackson C. Frank. El tipo preguntó al dueño de la tienda y éste le contó que Jackson solía pasar por ahí de vez en cuando para  vender algunos discos. Abbott siguió esa pista y acabó encontrando a Frank en una casa de protección oficial en el Bronx, en Nueva York. Abott se sorprendió del aspecto de Jackson, al que solamente conocía de la foto de su disco que había sido editado hacía 30 años, pero aseguraba el hombre que los años habían dado una forma interesante a su voz. Jim Abbott consiguió a Frank una plaza en una residencia en Woodstock, consiguió que recibiese los derechos de autor de su obra e incluso Frank volvió a actuar en bares cercanos a su residencia y grabó una demo en los noventa. El 3 de marzo de 1999, el día después de cumplir 56 años, Jackson C. Frank fallecía de una neumonía.

En su obra quedan joyas como ‘Dont look back’, como ‘Marcy song’, como ‘My name is Carnival’, pero entre su cancionero destaca una canción titulada ‘Marlene’, una canción de amor que apareció por primera vez en su reedición de 1978. ‘Marlene’ retoma la historia de aquel fuego, del incendio que traumatizó la vida de Frank. Esta canción cuenta la historia de una de las compañeras de clase de Frank que murió en el incendio de 1954. La canción empieza con los versos: “El fantasma de su cabello flotando por ahí / Y la sonrisa, la sonrisa, parecía tan sola, parecía decir, parecía decir 'tú eres el único”. Luego sigue: “Su amor era tan limpio, para decir la verdad, Marlene, el sonido de tu pandereta todavía me pertenece. Éramos tan jóvenes entonces, ahora que soy mayor, ahora sé que te amé entonces. Mis amigos en los bares solo ven las cicatrices y a mí no me importa, no me importa amarte. Han pasado 22 años desde que vi la luz. Tú sabes que el fuego le quemó la vida, a mí me dejó algo más, soy un cantante tullido”. ‘Marlene’ es una joya escondida en la obra de este artista maldito, un tema al primer amor, al amor perdido, a la inocencia robada de aquellos años por una tragedia que marcaría la vida y la obra de un artista genial que nunca tuvo suerte pero que hoy en día, medio siglo después, su legado por fin ha sido reconocido y Jackson C. Frank ocupa, entre los melómanos, el lugar que le corresponde por su música.

 
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