La columna de Almudena Grandes: "Con la cabeza muy alta"
Cada viernes la escritora Almudena Grandes nos obliga a pensar. 31 de enero

Cada viernes nos acompañará la escritora Almudena Grandes(JAVIER JIMÉNEZ BAS)

En los últimos días, la alegría me ha tomado al asalto, por sorpresa, casi me atrevería a decir que a traición, tan ausente ha estado tanto tiempo de nuestras vidas. El rotundo triunfo de la marea blanca y las primeras sentencias a favor de los preferentistas han amplificado el "efecto Gamonal", para consagrar la indiscutible utilidad de la movilización ciudadana. Por fin, los jueces empiezan a fallar a favor de la gente. Del interés general en el caso de la sanidad pública. De la pura justicia en particular, en el de todos los ahorradores a quienes no se les puede achacar otra culpa que la de ser personas buenas, confiadas. Porque a las malas personas sólo las engañan otras peores. Ese mecanismo es en parte el culpable de que el cubo de la basura de la corrupción política y económica siga llenándose sin cesar, día tras día.
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Pero en la semana de la alegría, no me apetece hablar de los malos, sino de los buenos, encarnados en un hombre sencillo, Antonio Gómez Ortega, el director de la sucursal de Cajamadrid en Linares que perdió su trabajo por negarse a vender preferentes. Siete años en el paro, en silencio, soportando las sospechas de sus vecinos, que rumoreaban que le habían echado por meter mano en la caja, han terminado para él tan abrupta como felizmente. Ahora que se sabe la verdad, declaró, puedo salir a la calle con la cabeza muy alta. Al escucharle, me emocioné, y calculé cuánto daría Blesa por decir lo mismo. Pero yo también debo ser una persona buena, como mínimo ingenua, porque pronto me di cuenta de que a él, seguramente, esa minucia le trae sin cuidado.
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Con la cabeza muy alta




