El debate es un falso documental

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Como cantaba la Lupe, el Debate sobre el Estado de la Nación se ha convertido en teatro, puro teatro, falsedad bien ensayada, estudiado simulacro. Para empezar no hay debate en el debate. Y no lo hay porque el protagonista principal no va a debatir. Es un monologuista sordo y ciego. No escucha al resto de la cámara y no ve lo que pasa en la calle. Él no la ve ni oye sus quejas. Él va allí solamente a decir su papel. Fin de la cita. Es la escenificación de la lejanía entre la calle y el Parlamento y entre el gobierno de Rajoy y el resto de partidos. Nunca ha sido el debate demasiado útil a los intereses de los ciudadanos. Siempre ha tenido un aroma de pantomima, de representación, de homilía que hay que hacer aunque no valga para mucho. Pero al menos antes servía para poner al gobierno frente al espejo. Ahora el presidente se niega a mirarse y se niega a mirarnos. Es un actor que no mira al público. Absurdo. Es un actor que no mira tampoco a los demás actores. Dicen los analistas que el presidente habló para los suyos, a los que lanzó un mensaje de esperanza aunque ninguna medida concreta a la que agarrarse. Si habló realmente a sus votantes, les trató como si fueran imbéciles. Por eso pierde votos cada día. La actitud autista de Rajoy es un desprecio no solo a la inteligencia de toda la ciudadanía, también a la de los que le votan porque estos deberían exigir que sepa debatir, defender sus ideas y rebatir las del contrario. No se rían, hablo en serio. A quien no se puede tomar en serio es a Rajoy aunque él hace como que se cree lo que dice por muy disparatado que sea. Dijo que somos la nueva Alemania. Es cierto, somos una provincia alemana. Dijo que ya hemos salido de la crisis. Que se lo diga a la cara a los 3 millones y medios de parados de larga duración y a los casi 2 millones de familias con todos sus miembros en paro. A la reforma del aborto le dedicó solo 7 segundos. A echarle en cara a Rubalcaba su pasado, la mayor parte del tiempo. No pierde ni siete segundos en lo que nos preocupa, pero pierde todo el tiempo en lo que a él le interesa. Y por eso cada vez le interesa menos a la gente. Por eso ha sido el debate menos seguido en la historia de la televisión. Solo 73.000 espectadores en el Canal 24 Horas. Es un dramático reflejo de lo que dicen las encuestas: que la mitad de la población no tiene a nadie a quien votar y que los dos partidos mayoritarios se han desplomado. Pero al presidente le da igual. Actúa como si el hundimiento del país y el desapego hacia la política fueran ficción. Parece un actor de Operación Palace: habla del momento dramático que vivimos como si todo fuera un montaje, repite en el debate lo que le han dicho que diga sin importarle la verdad. Solo falta que al final aparezca Jordi Évole y nos diga que es todo un falso documental dirigido por Jose Luis Garci.




