La marca Paco | 26-02-2014
¡Qué raros son esos días en los que desaparece un grande! Un grande de lo que sea, en este caso de la música, y singularmente del flamenco como es el caso de Paco de Lucía.
Son raros esos días porque cuando te enteras de la noticia se abre un agujero, es como si te hubieran quitado algo. Y también porque se te crea casi la obligación de rebobinar tu propia vida. Hoy, por ejemplo, miles, millones de personas habrán recordado cuándo escucharon por primera vez 'Entre dos aguas'. O cuando compraron aquel legendario 'Friday night in San Francisco', con Al di Meola y John McLaughlin. No había Internet en 1981, así que había que comprarlo.
Y seguro que los más flamencos de cada lugar, puristas o revolucionarios, habrán revivido las discusiones a propósito de un artista que rompió moldes, que buscó nuevos caminos, y que curiosamente decía de la guitarra que era una hija de puta, que la detestaba. Lo que pasa es que esa relación amor-odio fue tan fértil, tan rica, que sólo podemos estar agradecidos. Y además pensar que cuando alguien le busca sentido a esa manida y sobada expresión de la marca España, de la que un servidor se declara absolutamente harto, pues igual Paco de Lucía sería un buen ejemplo.
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