Emperador. Reblandecer la historia

 Emperador. Reblandecer la historia Agosto de 1945. Tras las dos bombas atómicas que Estados Unidos lanzó sobre Hiroshima y Nagasaki, la meliflua voz del emperador Hirohito sonó por la radio nipona anunciando la rendición de su país. El general Douglas Mc Carthur se presentó en Tokio con la misión de allanar el camino hacia la paz entre los dos países sin humillar excesivamente a Japón, detener a criminales de guerra de alto rango y determinar si el emperador Hirohito había sido una figura decorativa durante la contienda, o por el contrario, había sido el instigador del ataque a Pearl Harbour. El argumento de 'Emperador' se centra en la desconocida figura del general Bonner Fellers, gran amante y conocedor de la cultura japonesa, sobre quien recayó el espinoso trabajo de detener a los criminales de guerra y determinar las funciones del emperador. Hasta aquí el argumento histórico de 'Emperador' basado en la novela del japonés Shiro Akamoto, ‘La salvación de su Majestad’, y que sobre el papel es un magnífico punto de partida, pero que el director británico Peter Webber -La joven de la perla (2003), Hannibal, el origen del mal (2007)- ha edulcorado insoportablemente introduciendo una historia de amor de pegote en la biografía del general Fellers. Tampoco ayuda la rígida interpretación de Matthew Fox, que en su afán de hacerse pasar por un hombre sensible se sitúa en el territorio de la mueca, e incluso el gran Tommy Lee Jones se queda en la superficie de un personaje tan complejo como Mc Carthur y se limita a poner las manos en la cintura y aferrarse a su pipa, tal y como hacía el legendario militar. Solemne, patriótica y simplificadora. 'Emperador' es un estreno de 2012, que se ha pasado dos años cogiendo polvo en una estantería y ahora se estrena como parte de un lote de morralla.   María Guerra