La herida que no cierra

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10 años después la herida abierta el 11 de marzo de 2004 sigue sangrando. A los teóricos de la conspiración no les importa que el dolor de las víctimas aún palpite con fuerza, ellos siguen echando sal y pimienta sobre la herida para que escueza. Es penoso comprobar que una década después, los conspiranoicos, algunos miembros del Partido Popular y Rouco Varela, han aprovechado el aniversario para volver sembrar dudas sobre la autoría de unos atentados que han sido bien juzgados según reconocen la mayoría de investigadores, periodistas y juristas. Así creen que ganan oyentes, fieles, lectores y votos. Lo que seguro que se han ganado es un lugar en la historia de la infamia. El PP tenía una ocasión única para redimirse por sus antiguos errores, por las mentiras flagrantes que contaron aquellos días y por alimentar durante años rumores sin prueba que ponían en tela de juicio a policía y jueces y sumían a las víctimas en el desamparo. Pero no aprovechó la oportunidad del todo. Aunque el ministro del interior y el de justicia por fin reconocieron oficialmente la sentencia del 11M, el presidente del gobierno no pidió perdón y la segunda del partido junto al presidente madrileño, volvieron a repetir el mantra de que no conocemos la verdad. Prefirieron encubrir una vez más los errores del partido a ayudar a las víctimas en su duelo. Y después vino Rouco a meter el dedo en la llaga y removerlo para hacer daño. No tenía bastante monseñor con que el acto oficial del 11M fuese una misa católica en un Estado aconfesional, además se valió del púlpito que se le había concedido delante de todas las víctimas, para echar otra palada de especulaciones sobre el hoyo en el que los muertos se remueven inquietos. Así se despidió el hasta ayer jefe de la Iglesia española, por lo visto un avezado conocedor del 11M, dejando claro que él está con la ultraderecha tramontana hasta en sus delirios. Son delirios porque en diez años no han conseguido probar nada. Diez años han tenido para construir un relato más convincente que la versión oficial probada pero sólo tienen dudas circunstanciales, interpretaciones retorcidas, testimonios falsos y acusaciones malintencionadas con las que han hecho mucho daño a muchos. Por ejemplo, la mujer del comisario de Vallecas se suicidó después de años de acusaciones de conspiración contra su familia. La onda expansiva de la teoría de la conspiración del 11M ha llegado demasiado lejos. Todos los medios cometieron errores informativos en las horas siguientes a aquellos atentados. También periodistas de esta emisora dieron una información equivocada basándose en el testimonio de tres fuentes de la investigación que buscaban posibles terroristas suicidas. Pero esas imprecisiones fueron subsanadas de inmediato, no se han removido durante diez años. Incluso el principal periódico valedor de la conspiración ha rectificado estos días, pero su ex director y su columnista más aguerrido siguen echando leña al fuego. Así se quemen. Se han autoerigido en salvapatrias que sacarán a España de la oscuridad en la que la hemos hundido todos los demás que somos traidores y tontos útiles. Señor, protégeme de los que dicen protegerme que ya sé protegerme solo. Las únicas que dieron ayer ejemplo fueron las víctimas que dejaron a un lado sus diferencias para mostrarse unidas. Nos recordaron la mejor cara de la tragedia: el 11M nos unió a todos con las víctimas y contra la barbarie. Durante 10 años algunos han conseguido mantener la herida abierta para que les siga manando poder y dinero. En España, la mentira no se paga, se cobra. Me alegra ver que cada día están más solos y los demás estamos más unidos.




