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BALONCESTO | NBA

El diván de Marc Gasol

Los <b>Memphis Grizzlies</b> han conseguido reconducir una temporada mediocre y aspirar a Playoffs con la vuelta del pívot español como golpe de efecto

Marc Gasol y Andray Blatche sobre la pista de los Brooklyn Nets.EFE

Con cambios de por medio o sin ellos es complicado que algo en esta vida se mantenga estático o no sufra ciertas variaciones. Minúsculos temblores, casi inapreciables, pero que pueden corromper la perfección de un mecanismo. En el deporte pasa igual. Raro es el equipo que burla al paso del tiempo y a la comodidad. Aun con los mismos rostros y estilo de trabajo, pocos han encontrado el secreto de la vida eterna que prolongue su fertilidad competitiva.

"El mercado de Tennessee ya de por sí no ayuda a granjearse una economía boyante"

"23 partidos sin Gasol con más derrotas que victorias"

"La vuelta del pívot catalán tiene un efecto arrollador, se ganan 21 batallas de 28"

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En la NBA, la guía para triunfar no se sale del libro de estilo. Aunque el modelo más directo para lucir un anillo en el dedo pase por contar con una buena plantilla, tampoco asegura nada. Factores como la dinámica, la actitud o la compenetración son tan vitales como el propio peso de los nombres. De ahí que muchos equipos busquen caminos secundarios o valores diferenciales. Es el caso de los 'marginales' Memphis Grizzlies de Pau Gasol en su época y ahora de su hermano pequeño. El mercado de Tennessee ya de por sí no ayuda a granjearse una economía boyante, con uno de los pabellones, el FedEx Forum, de menor afluencia en toda la liga. Un buen ojo para los traspasos, el Draft y la apuesta firme por un planteamiento defensivo han sido las armas que Memphis ha dispuesto para firmar su progresión en los últimos años y su candidatura a cambiar de clase social.

De un equipo joven, fundado entre la clase humilde de la competición a mediados de los 90, muy lejos de la burguesía, a uno de los mejores el curso anterior, con las finales del Oeste como tope. Entre medias, muchos años para definirse y cambios de piezas hasta encontrar a los jugadores concretos para sostener el proyecto. El regreso en 2008 de Lionel Hollins como entrenador fue el impulso que necesitaba el equipo para creer, para imponerse retos importantes. Pero sobre todo para marcarse un estilo.

El concepto es claro y sencillo: suplir la falta de puntos y rotación (mejor esta campaña) con un quinteto fuerte, que juegue gran parte de los minutos, pero que a la vez pueda llegar con garantías al final de los partidos. ¿Cómo se consigue eso? Con un planteamiento de posesiones largas, sumado a la obtención de un tanteo bajo a partir de cerrar el aro propio. Ni más ni menos. Subir el precio de cada canasta hasta unos valores donde el cambio no valga la pena. Si se consigue que el rival entienda un punto como una guerra, medio partido está en el bolsillo. Muchos equipos bajan los brazos.

Una mentalidad que mueve montañas.

Con esta premisa, Hollins añadió a su causa a Zach Randolph, Mike Conley, Tony Allen y Tayshaun Prince, pero sobre todo a Marc Gasol. Tres temporadas seguidas desde la 2010-11 entrando en Playoffs con cierta comodidad, algo loable en el Oeste, y dando sustos a equipos a priori 'mejores'. El primer año eliminando al cabeza de serie número uno, San Antonio, y logrando algo inédito: superar una ronda de postemporada. Solo era el primer paso. Dos cursos después, tras el mejor balance nunca visto en Memphis (56-26), llegó una final del Oeste dejando por el camino a Clippers y Oklahoma. Nunca los 'osos' habían trepado tan alto, nunca. Un bagaje que les sirvió para codearse con la élite y demostrar que su idea no era equivocada. Iban por el buen camino. Pero como decíamos al principio de estos renglones, mantener una línea positiva no es fácil y menos que sea ascendente.

La salida de Hollins, con una desconcertante no renovación para la presente temporada, ya trastocó los planes del equipo, muy identificado con su técnico. La consecuencia: un inicio dubitativo con 7-6 y muchas sombras que no se parecían a los jugadores que hace unos meses casi se plantan en la final de la NBA. El equipo ya había sufrido un contratiempo, quería pero no podía y cuando trató de levantarse llegó la bofetada que hizo temblar los cimientos. En la madrugada del 22 de noviembre, Marc Gasol sufre una torsión en su rodilla. El veredicto de los médicos iba a marcar la temporada, eso lo sabía hasta el último en llegar, el nuevo técnico Dave Joerger. La moneda cayó de canto. El español tenía un esguince del ligamento lateral. "Menos mal", dijeron los más optimistas, pero casi dos meses sin el hombre franquicia podía ser demasiado tiempo, pensaron sus propios compañeros.

La perspectiva del tiempo deja un informe revelador. 23 partidos sin Gasol con más derrotas que victorias (10-13). Una ausencia, la del guía, que amenaza con destruir todo lo construido. El promedio de puntos encajados asciende hasta los 98.3, unas cifras en las que no se movía este equipo desde el primer año de Hollins, cuando se sentaron las bases. Ese dato es solo un anticipo. La defensa ya no funciona igual, ya no cierra las penetraciones ni tapa los tiros, como consecuencia los rivales obtienen un 46,5% de acierto en tiros de campo (25 equipos superan a Memphis en esa estadística). Unos números insalvables que se acentúan aún más con el problema habitual de este bloque para anotar (19º peor en este periodo). El mes de diciembre es un drama, el equipo sin referente se tambalea.

Pero...¿todo por una baja, por un jugador?

Que cada uno juzgue. Cuando Marc vuelve por sorpresa el 14 de enero, el equipo está a años luz de Playoffs con un 17-19. Momento de coger la máquina del tiempo. Casi 30 partidos después, el récord actual del equipo es de 38-26. La vuelta del pívot catalán tiene un efecto arrollador, se ganan 21 batallas de 28. En términos teológicos se podría tildar de resurrección. El regreso se convierte en un estímulo, en una tranquilidad. El equipo deja de preocuparse y disfruta jugando, mejor dicho, defendiendo. El aro cada vez se hace más pequeño en esta etapa y los contrarios solo pueden anotar 91.2 puntos por encuentro. Nadie puede igualar esta estadística en la liga, ni los los Bulls de Noah, que reciben dos puntos más. Ahora sí se ha recuperado la máxima de que una defensa gana campeonatos.

En concreto, el lunes 10 de marzo, los Grizzlies se cuelan de nuevo en Playoffs y al cierre de estas líneas ya son séptimos, por encima de Dallas y Suns, vistos con telescopio hace apenas dos meses. Pese a mejorar los porcentajes, Memphis es el conjunto menos anotador de la NBA (94.9 puntos de promedio) desde la vuelta de Gasol ¿Acaso preocupa? No mucho. La seguridad en el sistema y forzar un bajísimo acierto (42.9%) en los tiros de campo rivales aúpan al equipo hasta la mejor defensa de la liga, en este intervalo, y la tercera mejor en el cómputo global (tras Indiana y Chicago). Podio que nunca tenía que haber abandonado. Pero el dato definitivo está por descubrirse. Cuando el rival no supera los 100 puntos, el balance de victorias y derrotas es abrumador: 33-10. Y cuando lo supera cae a 5-16. Poco que añadir.

Marc también parece mejorado tras su obligado descanso y pese a no llegar al espectacular nivel de la temporada anterior, en cuanto a números, sí está acercándose progresivamente a su mejor versión. La importancia de su rol dentro del bloque es innegociable, con él son candidatos a la sorpresa. En Playoffs nadie quiere ver ni en pintura a los Grizzlies, más de uno se podría llevar un susto. Pero en esta fe ciega por el compromiso, Marc debe seguir dando citas en su consulta. Uno a uno, sus compañeros seguirán tumbándose en el diván mientras leen el cuadro bordado que preside la estancia:

"Nuestra apuesta es una condena en sí misma y nos obliga a defender hasta donde queramos aspirar".

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Play Basket: #AlBasketConPlayBasket (10/03/2014)

01:28:06

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