El editorial de Pepa Bueno: "Una unidad que empieza a quebrarse"

Esta mañana, hace sólo una hora, se ha abierto de nuevo al público la capilla ardiente de Adolfo Suárez en el Congreso de los Diputados. Se cerró pasadas las dos de la madrugada después de un día de enormes colas y constantes muestra de pésame a la familia y respeto político. En dos horas, los restos mortales del primer presidente de la democracia del 78 saldrán con destino a su Ávila natal.

Volvemos enseguida al Congreso, donde ayer pudimos ver, por primera vez en mucho tiempo, juntos a los protagonistas de la vida pública de estas cuatro décadas. Junto al Rey pudimos ver a los presidentes del gobierno Gonzalez, Aznar y Zapatero, y a todas las formaciones políticas que quisieron hacer real, al menos por un día, el consenso que alabaron en la figura de Suárez. Los Príncipes acudieron a la capilla ardiente del presidente fallecido a primera hora de la tarde procedentes de Bilbao, donde habían participado en otra despedida popular, la del alcalde Iñaki Azkuna.

A Suárez hay que agradecerle todo, decía Don Felipe a la salida. La imagen de unidad la completó la presencia de Artur Mas detenido ante el féretro y charlando con su hijo. Pero la quebró inmediatamente después cuando utilizó la comparación histórica para lanzar mensajes a Rajoy.

Mensajes que tuvieron respuesta, primero del histórico dirigente de CiU, Miquel Roca, uno de los padres de la Constitución y más tarde del gobierno, del ministro de exteriores García Margallo.