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Las disculpas del hippie más salvaje

Hay músicos que sobrevivieron a aquellos años a pesar de los excesos. Clapton es un buen ejemplo de ello. Aunque quizá lo que más sorprenda es que siga vivo David Crosby, miembro de The Byrds y CSNY (Crosby, Stills, Nash y Young). De entre todos aquellos hippies locos, David era el más salvaje, el que jugaba más fuerte y uno de los más dotados para la música. Su legado queda registrado en decenas de álbumes y canciones que recuerdan aquella voz joven, cálida y dulce. Pero aquellos años y su ritmo casi acaban con un Crosby vicioso y adicto que destrozó a quién se cruzó por su camino. Nash y Young relatan aquellos años en sus memorias, aunque quizá el primero lo recuerde de un modo más crudo.

Crosby, que ahora tiene 72 años, ha editado este mes de enero ‘Croz’, su primer álbum en solitario desde 1993, al margen de las giras junto a CSNY de los últimos años. ‘Croz’ es un disco humilde que ha tardado dos años en grabarse y que muestra el enfoque político de Crosby, pero también su lado más humano en la intensa ‘Set that bagaje down’, un tema que se inspira en una frase de Alcohólicos Anónimos que se refiere al momento de redención en el que los exadictos sueltan su lastre y piden disculpas a sus seres queridos por todo el daño infligido. Quizá Crosby necesitase más de una canción para ello, puede que un disco temático tampoco fuese suficiente. Los daños colaterales en la vida del músico californiano son muchos y traumáticos. Sus veinte años de adicciones, acompañados de dos infartos severos y de un trasplante de hígado, dan para muchas disculpas a novias, amigos, compañeros de banda e hijos. Pero ahora Crosby es un hombre renovado y asentado después de dejar las drogas a finales de los ochenta. Lo hizo tras pasar un año en prisión, un año duro que le sirvió para dejar una vida que amenazaba con matarle. Por el camino dejó dos libros, coescritos junto a Carl Gottlieb, en los que narra su aventura musical y su vida de adicto.

El descenso a los infiernos de David Crosby fue largo, duro y lleno de malos recuerdos. “Fue terrible verle caer en una espiral del que no podía salir”, narra Neil Young en ‘El sueño de un hippie’, sus memorias. “Tanto él como su mujer, Jan, estaban enganchados y se salvaron gracias al amor que les unía”. Antes de eso, un juez ordenó que la pareja estuviese incomunicada durante cinco años al considerar que ambos ejercían una influencia negativa sobre el otro. Tras pasar un año en prisión, David se rehabilitó, recuperó a su mujer y tuvieron un hijo. La vida cambió radicalmente y su aspecto físico mejoró, su salud también.

Ahora la familia vive en un rancho en el Valle de Santa Inés, en California, y David ha cambiado el alcohol por el café y la única droga que se permite es la marihuana. En su casa guarda el Grammy que ganó en los sesenta junto a CSN y el Oscar que su padre, director de fotografía, ganó en los años treinta. También hay fotografías de su pasado, instantáneas que rememoran recuerdos olvidados. La nueva vida y el nuevo hogar de Crosby apenas tienen que ver con el de sus años de adicto, con aquella vida disfuncional que estuvo cerca de terminar abruptamente en varias ocasiones, la última en 1994 cuando tuvo que someterse a un trasplante de hígado.

En este nuevo ambiente, el músico ha dado forma a ‘Croz’, un disco en el que colaboran Mark Knopfler o Wynton Marsalis, dos músicos a los que Crosby no conocía y que han accedido a participar en su álbum. En este regreso musical, editado de forma independiente, Crosby se la juega a cara de perro. “Si este disco fallara, me rompería el alma. Es lo mejor que soy capaz de hacer”, confesaba el músico a ‘Rolling Stone’. El disco, formado por 11 canciones cocinadas a fuego lento, mantiene parte de la esencia del movimiento hippie, un espíritu inconformista con la política, una denuncia contra la política exterior de EEUU y mucha pasión por una profesión que lo ha sido todo en la vida de este músico genial de vida errante. “No sé por qué yo sigo vivo y Jimi no lo está, ni Janis, ni Mama Cass, ni muchos de mis viejos amigos. No tengo ni idea de por qué yo; supongo que soy afortunado”, confesaba el músico en la entrevista. Puede que todo ello, que toda esa suerte y todos esos errores, hayan sido la génesis de este regreso musical, no excesivamente brillante, pero totalmente necesario. 

 
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