Una remontada como homenaje

El momento por el que pasa el Barcelona no se entiende sin la depresión de su entorno. La intranquilidad hace estragos en un grupo que ha visto cómo recibía demasiados impactos en muy poco tiempo. Muchos de ellos injustificables, impropios de una entidad de su nombre, con el sello habitual de la directiva. La mayoría evitables a diferencia de otros, como la devastadora enfermedad de Tito Vilanova, que por impotencia ha hecho aún más estrago en la plantilla azulgrana.

Después de unos días de pesar, el equipo viajaba a Villarreal sumido en la amargura más profunda. La huella de Tito y su pérdida son un trago que nunca podrá superar este conjunto. Las lágrimas de Busquets durante el minuto de silencio en El Madrigal, la cara de Jordi Roura - sustituto de Vilanova en la época de tratamiento- en general los rostros inexpresivos, mirando al cielo, configuraban el paisaje de un grupo humano que vive junto, pero también por separado, la peor despedida imaginable de su época dorada. La más triste.

Por lo menos, la actitud impregnada en los jugadores al inicio del choque daba signos de fuerza, de entereza. De respuesta al recuerdo con un homenaje. Los de Martino saltaron muy motivados, con esa intensidad que ha sido foco de su descalabro por su ausencia. Messi y Pedro fueron los más participativos en los primeros compases con un par de internadas que acabaron en un disparo franco del argentino, bien intuido por Asenjo.

El equipo estaba dispuesto a rememorar a Tito a través del juego. La mejor manera de que nunca se olvide su figura: transmitirlo en el día a día con el fútbol que él amaba. Veinte minutos le duró el empuje al equipo visitante que, hoy en día, necesita algo más que intenciones para ganar a un rival como el Villarreal. El bloque de Marcelino en su casa es capitán, lo saben el Madrid y el Atlético. No vive el Barcelona días para superar esa fortaleza.

Los amarillos apostaron todo al juego abierto, de contras y transiciones, donde hombres como Gio, Cani y Pereira juegan a su antojo. Las llegadas de Alexis y Pedro no inquietaban el plan porque cada contra de los locales tenía avisos de ser mucho más demoledora. En una jugada de Gio, Aquino se encontró solo en el punto de penalti y cuando ya celebraba el gol, Bartra se lanzó para salvar la situación.

Únete al canal de WhatsApp de la SER

Al Barcelona no le basta con querer.

Descontrol máximo, con el equipo del Tata sufriendo cada achaque de la temporada y el Villarreal que sonreía pensando en el botín. Un gol que llegó en el tiempo de descuento en una nueva contra entre Cani y Pereira. El balón volvió al primero para que suave, con el interior de la bota, mandara el encuentro a los vestuarios por delante en el marcador.

Los repliegues habían matado al Barcelona. Un centro del campo, comandado por Busquets, que se mostraba inoperante para bajar a ayudar a su defensa. En la reanudación, el equipo catalán volvió a buscar la pelota, se negó a sufrir más. Desde la zurda de Messi llegaron las mejores ocasiones de empate, con los lanzamientos de estrategia como fuente principal.

Se repetía la lacra barcelonista durante toda el tramo final de la temporada: su comunión con el gol. Una capacidad que tenía y ha perdido. Sufre el equipo sin efectividad y en las últimas fechas es algo preocupante con tanto gallo en la plantilla. El concepto quedaba en evidencia; seis de los últimos siete partidos con el rival adelantándose en el electrónico.

El Villarreal olía sangre y Trigueros supó como abrir la herida. Pérdida del Barcelona, espacio en el lateral derecho con un Alves que no tiene claras sus prioridades defensivas y cabezazo del medio local desde el punto de penalti. Marcelino y sus jugadores festejaban mientras la defensa y Pinto se preguntaban porqué el resto de sus compañeros se olvidaban de ellos. De la carrera hacia atrás.

El destino sirve una remontada.

El partido parecía abocado a una goleada local, sumado a un Barça abatido por la tristeza. Iniesta, con un disparo ajustado desde la frontal, intentó evitar con fútbol lo que su cabeza le decía. Nada salía bien. El Villarreal volvía a jugar muy cómodo en el ida y vuelta mientras el Barcelona aceptaba la propuesta, esperando que pasaran los minutos y el calvario.

En la más profunda oscuridad barcelonista surgió la luz, la esperanza. En la antítesis de su fútbol, el once blaugrana encontró dos goles en propia puerta del Villarreal. Dos centros desde la banda derecha que, como en el cien por cien de los casos, fueron despejados por la zaga aunque esta vez Gabriel y Mussachio se equivocaron de dirección. La brusquedad de los hechos desencadenó el desconcierto local y el Barça ante tanta señal del destino se obligó a creer.

Los quince últimos minutos fueron de asedio culé. Una persecución para cerrar la remontada y homenajear a Tito con la victoria que se merecía. Messi quiso hacerlo en solitario con un fuerte chut que Asenjo, su verdugo toda la noche, volvió a repeler. El camino tenía que ser otro. Todos empezaron juntos desde el comienzo de la era Guardiola-Vilanova -incluso antes con el cadete de Cesc, Piqué y Messi- y todos lo acabarían unidos. En una jugada de combinación, Busquets picó el balón, Cesc dejó de cabeza y el argentino, por fin, dio la vuelta al resultado y sirvió un merecido recuerdo. El eslogan que ha presidido el Camp Nou estos días de luto "Por siempre eterno", resonará como un eco dentro del bloque que nunca olvidará a la persona. A uno de los artífices del mejor Barcelona de la historia.

'El Larguero' |'Carrusel' |'SER Deportivos' |'Hora 25 Deportes' |'Play Fútbol' |'Play Basket' |'Punto, SER y partido' |Fórmula 1 |Seis Naciones |Más deportes