Telegrama a Ángela Merkel

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Señora Canciller de Alemania, la imaginamos esta tarde en el despacho Oval de la Casa Blanca sentada con el emperador Obama, tratando de delimitar responsabilidades en la cuestión de Ucrania y decidiendo cómo y quién le pone el cascabel al oso moscovita. Acierta Torreblanca: Berlín es la potencia que no quiere ser, París la que ya no puede ser. El precio de imponer respeto puede ser el gas. Pero el conflicto por el que se ha colado Putin en Crimea y en las provincias orientales de Ucrania, más que a la Unión Europea sin capacidad de disuasión, corresponde a la OTAN. Veremos.




