La ciudad suena a tango

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Hablo desde una ciudad desierta, Buenos Aires, Se cerraron los boliches y los teatros, se fue la gente de la ciudad, hacia las playas y hacia las cataratas; los que se quedaron se fueron a los parques o a la feria del libro, en la vieja finca del ganado porteño. De pronto aquella ciudad de Cortázar y de Borges y de Macedonio Fernández volvió a su esencia provinciana y tranquila y los ciudadanos se llevaron su ruido para dispersarlo entre las arenas y las aguas. El lunes volverá el bullicio, pero ahora la ciudad suena a tango y a milonga, a poema y a mate. No se oye nada, cuando está de fiesta la sociedad calla porque no está. Aquí y en cualquier parte, descansar es callar. Buenos Aires calla.




