Europa votó por la tolerancia

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"Aunque las encuestas anuncian el aumento del voto xenófobo en las próximas elecciones al parlamento europeo, el pasado sábado Europa votó por la tolerancia y el respeto. Más allá de la apuesta musical, una clásica balada que bien podría convertirse en cabecera de una película de James Bond, una de las claves del éxito de Austria fue la respuesta de los espectadores ante la actitud homófoba de Rusia, con un gobierno escandalizado por ese semillero de sodomía que al aparecer es Eurovisión y al tiempo muy entregado a las matanzas de civiles en Crimea. También, cómo no, fue decisiva la actitud de su cantante, Conchita Wurst, un personaje glamuroso y activista creado por Thomas Neumith que le ha valido convertirse en estrella mediática mundial en tiempo récord. Thomas vivió en sus carnes el rechazo y la violencia al reconocer su homosexualidad. Su alter ego, Conchita Wurst, rechaza esas actitudes con buena voz; vestida de largo, la barba bien recortada. Que haya gente que se lleve las manos a la cabeza porque en la televisión triunfe un señor con barba vestido de mujer demuestra que aún son muchos los que no han ido nunca al gran teatro falla en los carnavales de Cádiz, donde se consagra la crítica política y social entre chanzas y música festiva. La razón del escándalo no es pues el disfraz, es lo que el personaje defiende: la libertad individual para vivir la sexualidad como se quiera, sin someterse a los dictados de la identidad de género. Su victoria tiene, pues, un valor más allá de lo meramente musical. A la espera de la decisión de Rusia de abandonar el festival, a mí, como culé, lo único que me preocupa es que la última vez que Austria ganó Eurovisión, el Atlético de Madrid se llevó la liga y el Real Madrid, la Champions...¡maldición!"




