Grace de Mónaco. Relamido biopic

Grace de Mónaco. Relamido biopic.  Gracias al prestigio de haber dirigido La Vida en Rosa (2007), Olivier Dahan, se ha sentido con autoridad para perpetrar esta cursilada de biopic que es Grace de Mónaco: una suerte de eterno anuncio de perfume y moda con el que se ha empleado a fondo Nicole Kidman. Desde luego, hay que reconocerle a la australiana su profesionalidad y el haber hecho un esfuerzo titánico en darle alma a un personaje pésimamente escrito. La acción se desarrolla en 1962, seis años después de convertirse en princesa de Grace de Mónaco, cuando padece su primera crisis personal al verse atrapada en un matrimonio infeliz y tener que rechazar el papel de Marnie (1963) que Hitchcock le ofreció. El gran reto de las películas biográficas es meterse bajo la piel y la personalidad pública del personaje, humanizarlo y hacerlo real. Sin embargo, esta Grace Kelly que interpreta Kidman es pura fachada, belleza, moños y pucheros de la actriz en primeros planos (que además ponen de manifiesto la ausencia de arrugas, sí, pero sobretodo su inexpresividad facial después de algún tratamiento desafortunado).  Por lo menos, Kidman se ha fajado en el trabajo en Grace de Mónaco, cosa que no ha hecho Tim Roth que interpreta a un ausente Príncipe Rainero. Pero hay meteduras de pata más dolorosas, en Grace de Mónaco, que la rutinaria presencia de Roth, como es la breve y absurda actuación de Paz Vega haciendo de una patética María Callas, la que fue su confidente, y con quien Grace Kelly compartió la amarga experiencia de postergar su carrera por un matrimonio desgraciado.  Este biopic de Grace de Mónaco solo puede interesar a los lectores de las revistas del corazón, aquellos interesados en husmear salones, ver modelitos y oír frases grandilocuentes. Avisados quedan. María Guerra