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La noche salvaje de la Isla de Wight

Los problemas del festival comenzaron cuando los organizadores no pudieron elegir el recinto y las autoridades les asignaron una explanada cerca de una colina desde donde miles de jóvenes verían los conciertos sin pagar entrada. Los siguientes días estarían marcados por los enfrentamientos, los intentos de vallar el monte y los incendios nocturnos. Miles de personas montaron festivales paralelos en la playa o en el campo, lejos de aquellas estrellas vendidas que cobraban por su música. Después de varios días de tira y afloja, los organizadores se rindieron y dejaron que el evento fuese gratuito a fin de evitar males mayores.

El festival también contaría con dos caras musicales, la calidad de algunas actuaciones legendarias y la crítica casi unánime a los conciertos de algún cabeza de cartel como The Who o The Doors. Por otro lado estarían los problemas de sonido, de abastecimiento, de falta de instalaciones para tanta gente y de comida. La isla, con cien mil habitantes, no estaba preparada para la invasión que recibió aquellos días.

El festival estaba resultando un completo caos y en algunos momentos se temió por la seguridad de los músicos, como cuando el fuego prendió el escenario en el que estaba tocando Jimi Hendrix. El director Murray Lerner, que había sido llamado para grabar el festival tras haber sido nominado al Oscar por su documental sobre el Festival de Newport, pensó en marcharse durante el concierto del guitarrista americano. “Aquello fue muy excitante, nunca he experimentado algo así ni antes ni después”, contaría a la periodista Sylvie Simmons.

El músico canadiense tenía los ojos rojos, el pelo largo, barba de un par de días, ojeras y una mezcla de resaca y cansancio que invitaba poco a la fiesta. Las cinco noches anteriores fueron terribles y la de Cohen sería una de las últimas actuaciones de un evento tan ruinoso como especial. El poeta canadiense estaba girando con las canciones de su segundo disco, ‘Songs from a room’, y durante aquel verano había actuado en varios manicomios ingleses interpretando canciones y hablando con los pacientes.

La popularidad de Cohen en Inglaterra iba en ascenso después de que su último álbum hubiese llegado al número dos de las listas de éxitos, aunque la hora a la que había sido programada su actuación no fuese la mejor para oír ese tipo de música. “Pensé que el pase de Cohen sería un desastre. Había mal ambiente, pero la gente también estaba más cansada y ya no estaba tan agresiva”, recuerda Lerner. “Estaba preocupado de lo que le podía pasar a Cohen e imagino que Leonard también debía estar preocupado aunque pareciese tan calmado”.

Cohen comenzó su actuación contando una historia de cuando a los siete años su padre le llevó al circo. Hablaba despacio, dibujando recuerdos, como recitando un poema inventado. “Se está bien solo delante de seiscientas mil personas. Es una gran nación aunque todavía es débil, muy débil, tiene que hacerse más fuerte antes de reclamar su derecho a la tierra”, apostilló el cantante con voz firme y mirada perdida antes de lanzarse a los versos de ‘Bird on the wire’. Puede que fuese el cansancio de las noches anteriores, yo creo que fue la música de Cohen la que consiguió que medio millón de personas se sentase en el suelo, pidiese silencio y se dispusiese a escuchar las canciones del canadiense. El músico consiguió poner de acuerdo a una masa agitada y la adormeció con su voz rota y desafinada, con sus ojos vidriosos, con su calma poética. Si la música tiene poderes aquella fue una de las mejores demostraciones y el efecto en el ambiente de canciones como ‘The stranger song’, ‘Tonight will be fine’ o la lírica interpretación de ‘The partisan’ resultó incuestionable. “Algún día la tierra será nuestra, todavía nos falta fuerza”, explicó el músico al público entre canción y canción. Apenas unos años antes el artista de Montreal había abandonado el escenario de su primer concierto presa de los nervios y la inseguridad, aquella noche había conseguido que más de medio millón de jóvenes se calmase a las tres de la mañana con unas canciones hondas, nada convencionales para un festival, pero profundamente poderosas.

Twitter: AcardenalR  | FOTOS: Getty

 

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