Ladran, luego cabalgamos
Ladran, luego cabalgamos
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Ladran. Están nerviosos. Excesivamente inquietos. Los de arriba, los de siempre, ya han empezado a ladrar contra los de abajo. Esto sí que no se lo esperaban. No esperaban que llegase el día en el que el descontento, la regeneración y el cambio llegasen de las calles a las urnas, de los gritos a los votos. El bipartidismo está que trina y ya ha empezado a trinar contra ese nuevo partido que dice que Podemos y que parece recoger, por fin, parte de esa indignación contra el poder y las instituciones que durante estos años se había manifestado en las plazas pero no tan claramente en unas elecciones. Ladran, luego tienen pánico. El síntoma más evidente de que el bipartito tiene miedo es que no han tardado en lanzarse a la yugular de los recién llegados. En dos días les han llamado frikis, populistas, antisistema y radicales. Los radicales del PP que se están cargando el sistema bajo la bandera del populismo más zafio y la lideresa friki de UPyD, ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. También desde la izquierda acomodada y acartonada, desde algunos sectores de IU, los guardianes de las esencias ideológicas, descargan su bilis contra el partido que encabeza Pablo Iglesias, con discutible personalismo, aunque comprensible a la vista de los resultados. Los que ladran, de uno y otro lado, es porque temen perder su sillón en la perrera. Ya era hora de que viesen su hegemonía y privilegio intocable amenazados, de que sintiesen que no tienen la confianza, que la confianza no se da, se conquista cada día. Sin embargo, no parecen haber captado el mensaje. Rajoy ya ha dicho que él va a seguir a lo suyo aunque haya perdido más de dos millones de votos. Espera que la recuperación abra los ojos a sus votantes, en lugar de forzar a su partido a abrir los ojos a la realidad. Rubalcaba se ha ido porque no le quedaba otra pero el PSOE parece querer nombrar a dedo a Susana Díaz que es una cara nueva pero es antiguo régimen. No ven que la ciudadanía les pide un cambio democrático, no un cambio de cromos. Lo del bipartidismo parece que no tiene pronto remedio. Salvo excepciones, también los medios de comunicación mayoritarios, el aparato reproductor de la propaganda del sistema, ha empezado a bramar o envenenar. Hablan de ingobernabilidad, de que el país sería un caos, de que vienen los rojos de Cuba y Venezuela. Ladran porque tienen que dejar sitio a los chuchos de la calle en su perrera. Ladran, luego esta sociedad cabalga para salir de su letargo. Tímidamente, eso sí. No hay que echar las campanas al vuelo. Aún la distancia en votos entre arriba y abajo es kilométrica. Pero ya no son eones. Ahora la izquierda tendrá que dilucidar si une fuerzas para recorrer los kilómetros o va cada uno por su lado. El miedo está cambiando de bando. Ladran los de arriba, luego cabalgan los de abajo. Ladran, luego cabalgan los que piden limpieza y transparencia en el sistema, justicia en el reparto y solidaridad con los más golpeados. Ladran y nosotros cabalgamos. Y corre más un caballo que un perro.