Hermosa juventud. Darwinismo social vía whatsapp
Hermosa juventud. Jaime Rosales. También puedes escuchar el reportaje de La Script: Jaime Rosales es un apóstol del dolor humano sin edulcorar. En sus cuatro largometrajes anteriores reflexionaba sobre la irrupción de la violencia en lo cotidiano, la pérdida y la muerte. Ahora, en 'Hermosa juventud', y por primera vez en su carrera reconoce que cuenta una historia que le es ajena. Rosales sale de su mundo interior y hace un frío e inafectivo retrato de la juventud urbana al borde de la exclusión social. Los actores profesionales, Carlos Rodríguez e Ingrid García, interpretan a una pareja de novios de 20 años de clase obrera, sin trabajo ni estudios. Los dos están en paro, y pertenecen a familias con padres ausentes y gobernadas por madres agotadas y enfermas. Sin embargo, sus conversaciones están llenas de fantasías de bienestar y lujo. La dura realidad es que para ganar 600 euros hacen una sesión de cine porno, y además ella está embarazada. La hermosura de sus 20 años se lleva mal con su situación real. Rosales posa su ojo gélido sobre la juventud española de 2014 que habita las capas más bajas, los más débiles de que importe el darwinismo social. Es un cineasta espléndido que de manera sintética y ágil propone un viaje por el desvalimiento de una pareja de veinteañeros condenados a ser carne de cañón. Con tono documental, enfocando su desolación y también la ancestral resignación con la que cada uno acepta su fracaso. Las mujeres, cargando además a sus espaldas hijos, injusticias e invisibilidad. Tampoco hay doctrina política, ni arenga moral. Tan solo el reflejo del abandono ancestral en el que viven hoy los jóvenes más pobres, y que como miles de generaciones anteriores de desheredados son engullidos sin dejar rastro. Otro aspecto brillante de 'Hermosa juventud' es la integración del mundo digital, el tótem del smartphone, en la cotidianidad de esta generación que hace su propio relato vía whatsapp. Y Rosales está allí para incluirlo, sin más. El resultado es sobrecogedor y brillante. María Guerra
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