Historias para no dormir

Igual ocurre porque no es un buen tiempo para las ideas; a lo mejor son la pereza o el hartazgo lo que nos está alejando del gusto por el matiz, por las ganas de discutir a fondo. Pero al tiempo que dimitimos de todo eso, Cada vez nos enganchamos más a los fogonazos, a los gestos, a los símbolos como códigos para interpretar la realidad.

Pues miren, aceptando que esto sea más o menos así, les invito a preguntarse qué sienten, qué reacciones les provocan las siguientes dos historias.

Primera, está en marcha una campaña de recogida de firmas en Change.org para que los jugadores de la selección española donen una parte de sus primas a pagar menús escolares para niños cuyas familias no tienen recursos. La promotora de esta iniciativa les ha escrito a los jugadores una carta preciosa, admitiendo que seríamos todos como sociedad quienes deberíamos solucionar ese problema pero apelando a su privilegiada posición económica y a su carácter de mito, de referente para los niños, como enganche, como argumento para echar una mano.

Segunda historia, esta nos llega desde Londres: en unos de los barrios más exclusivos de la ciudad, donde un piso de dos habitaciones puede costar un millón de euros, han aparecido pinchos anti-vagabundos, así como suena. Es eso que se utiliza contra las palomas, para que no se posen y ensucien determinados lugares... lo mismo pero a ras de suelo y contra las personas. Esa es la segunda historia.

Y a lo mejor entre una y otra con lo que hayamos pensado todos a bote pronto, pues nos podría salir un tratado filosófico sobre el ser humano. Igual el método no es de un gran nivel intelectual pero les aseguro que menos da una piedra.