Gran mujer, dulce y fuerte

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Había en Ana María Matute una falsa fragilidad; la veías venir y parecía una nube blanca posándose en el suelo, como una mariposa a punto de desaparecer; pero luego se elevaba, en cuanto comenzaba a hablar, o a escribir, y entonces la suya era una poderosa fragilidad; era una mujer de risa contenida y de opiniones contundentes; como en la vida sufrió el maltrato que se reserva a la gente noble, luego se hizo irónica y descreída, pero aguantó siempre la ventolera de vivir con un dulce sarcasmo, con una melancolía que ella resolvía con una risa que no le robaba a nadie. Gran mujer, dulce y fuerte.




