Más allá del concepto. El deseo
El deseo, de su nacimiento, de las formas en las que lo usamos o nos usa a nosotros, e incluso los usos de terceros para manipularnos a través del mismo.

(CADENASER)

El deseo es una parte inherente tanto a animales como al ser humano, aunque para nosotros trasciende más allá de la biología y la mera función reproductiva para llegar a ser considerado incluso uno de los elementos que nos ha permitido evolucionar. Es por ello que ha sido uno de los puntos fundamentales de análisis filosófico a lo largo de la historia.
El deseo en la filosofía
El deseo es un concepto muy complejo que ha sido analizado en la historia de la filosofía de formas muy distintas. Para algunos es una pulsión guiada por la irracionalidad, para otros es una necesidad interna consciente. Para unos da sentido a la vida, para otros es la causa final del sufrimiento.
Los clásicos tenían visiones contrapuestas: Aristóteles lo veía como un acto predeterminado, una elección. Para Platón los deseos se contraponen a la razón, y los divide en necesarios e innecesarios. Para Zenón era una de las cuatro pasiones, junto al temor, el dolor y el placer.
En época medieval Tomás de Aquino postuló que el deseo puede ser sensible o racional, nos sirve para buscar algo que no poseemos, y que sea bueno o malo dependerá del objeto hacia el que lo enfoquemos.
Para Descartes es una agitación del alma, para Locke la ansiedad ante la ausencia de algo que nos deleite.
Según el filósofo neerlandés Spinoza los deseos son los esfuerzos o impulsos del hombre que varían según el mismo, y pueden oponerse entre sí y desorientarnos. Es decir, pueden ser útiles en tanto que nos permiten llegar a un objetivo, pero tenemos que controlarlos.
Si nos vamos al psicoanálisis, el deseo podría ser considerado como la pulsión de vida, el Eros, contrapuesta a la pulsión de la muerte, Tanatos, y existimos en su equilibrio. Pero, insisto, ¿Qué es el deseo?
El deseo real
Un músico quiere ganar dinero. Tiene un disco, pero no lo publica, no se mueve, no hace nada por venderlo, no logra dinero. Pero quiere componer canciones bonitas, y lo hace. ¿Cuál es su deseo, lo que dice que quiere hacer o lo que hace realmente?
Imaginemos la historia ficticia de un militar quería llegar a teniente pero se quedó en cabo. Si repasamos su vida vimos que en algún momento pudo hacer algo para llegar a teniente, aprobar un examen por ejemplo, pero no lo hizo porque tenía que cuidar a su madre enferma. Podemos considerar que deseaba más ser un buen hijo que ser teniente.
Como dijo el escritor francés Proust:
"El deseo nos fuerza a amar lo que nos hará sufrir"
Lo que está claro es que el deseo es una forma muy poderosa de motivación, que vive como un círculo eterno: deseamos algo, una carencia, lo obtenemos y llegamos al equilibrio hasta que tengamos un nuevo deseo. Puede ser un deseo básico como comer, dormir o reproducirnos. De esta forma el deseo permite generar y conservar vida. Pero este tiende a aumentar, hacerse cada vez más poderoso y trascender la biología. Así evolucionamos, pero no todo es tan sencillo.
El deseo impuesto
El márketing se encarga de hacer que deseemos cosas que racionalmente no desearíamos: nos hacen creer que necesitamos un móvil o un coche, y nace en nosotros la idea de poseerlo. Se crean necesidades falsas o se transforman las verdaderas para incitar al deseo, cuya cantidad aumenta y la posesión de bienes se convierte en un valor del que presumir. Y se conforma toda la sociedad de consumo a su alrededor, siendo casi imposible no caer en ella. De hecho, caemos con gusto en la pulsión.
Afirmó Nietzsche:
"Llegamos a amar el deseo, y no el objeto del deseo"
A veces el deseo puede caer en la obsesión y convertirse en enfermedad, privándonos del resto de elementos de la vida.
En definitiva, tenemos que tener en cuenta que el deseo es una herramienta muy poderosa que podemos controlar o puede controlarnos y que otros intentarán y seguramente lograrán manipular en nuestra contra y su beneficio.
Como escribió Punset:
"Bien entendido, el deseo se convierte en el portavoz de uno mismo"
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Más allá del concepto. El deseo.




