La intrépida apuesta por el resurgir del casete
Ahora son las viejas cintas las que amenazan con regresar, al menos en EEUU. A principios de siglo la venta de casetes apenas representaba el 4% de la música vendida en EEUU, una cifra que siguió disminuyendo paulatinamente y que ahora parece crecer tímidamente. En 2013 la International Federation of the Phonographic Industry hizo públicos unos datos que hablaban de más de dos millones de cintas vendidas durante el año, aunque los datos son confusos. Nielsen, principal medidor, no ofrece información de venta de cintas y los grandes sellos no editan en casete. Todo queda en mano de sellos independientes y de bandas que venden cintas caseras durante sus conciertos, por lo que hablar de cifras resulta complicado.
La cinta puede volver porque, aunque Sony dejó de fabricar el Walkman hace cuatro años, EEUU está repleto de viejos coches que pasan de joven a joven y que cuentan con radiocasetes, lo que permite que este formato siga teniendo reproductores y público. Además, al margen de modas, las cintas siguen contando con ventajas. El sonido analógico sigue teniendo encanto y las carátulas pintadas a mano y personalizadas mantienen su atractivo. Además, las cintas que se venden hoy en día no valen más de cinco dólares mientras que los nuevos discos superan los quince de media.
Aunque sería sorprendente volver a ver cintas de música en grandes superficies, los chicos de Burger Records trabajan en esa dirección. Creado por dos amigos de colegio que compartieron banda, Burger Records es a día de hoy uno de los sellos de moda en EEUU. “Creo que su labor es increíble”, apuntaba Jared Swilley (bajo y voz de Black Lips) en una entrevista en Mondosonoro. “Han llevado a cabo una idea y la están convirtiendo en algo muy grande. Ya están alcanzando el estatus de culto y me parece precioso porque son muy creativos. Son lo más molón que hay en California ahora mismo”.
Poco a poco, el sello de la hamburguesa se está haciendo un hueco. “Nos parecía una locura todo esto”, afirman Sean Bohrman y Lee Rickard –creadores de Burger Records- en un documental sobre el sello. “Era algo que queríamos hacer porque nos gustaba. Nunca pensamos que podría interesar a otra gente”, añaden. Los dueños de Burger Records empezaron editando a las bandas de sus amigos y en apenas unos meses sus cintas eran un éxito. Bohrman y Rickard se iban sorprendiendo cada día. “Resultó alucinante ver que a los chicos de hoy en día les gusta comprar cintas para el coche. Son baratas y es una buena manera de descubrir música”, explican. Tras publicar a sus amigos, el punto de inflexión fue cuando decidieron pedir permiso a las bandas que les gustaban para editar en cinta viejo material o trabajos nuevos. Ryan Adams les dio permiso y las cintas que grabaron con sus canciones volaron en menos de una hora. Desde entonces han ido editando a grupos míticos como Sonic Youth, pero también han dado forma a un catálogo fresco y original con bandas de la escena garajera californiana a las que luego sacan de gira.
El regreso del casete, a unos niveles similares a los del vinilo, se antoja complicado, pero la moda ya se está extendiendo por Estados Unidos. Que se extienda a otros países o que consigan hacerse un hueco en las grandes tiendas parece todavía remoto, lo que es una realidad es el trabajo de Burger Records, el mérito de estos chicos que creyeron que la vieja cinta todavía tenía cosas que aportar.