El improvisado éxito de Ray Charles
Charles, sin embargo, no tenía pensado hacer nada especial con aquel juego que acabaría siendo un clásico en su repertorio y la canción a la que el pianista recurrió durante su carrera para cerrar las actuaciones. La gente que estaba aquella noche en aquel bar presenció algo único en la música, algo muy difícil de ver, el momento en el que nace un éxito, una de esas canciones eternas capaces de conquistar a distintas generaciones de oyentes por su fuerza y su magia. Después de aquello, Charles firmó un contrato con un sello importante. Su carrera ya venía precedida de importantes aciertos y grandes composiciones, pero fue este tema el que cambiaría para siempre la vida de Charles, el que le convertiría en la gran estrella que fue.
A pesar del éxito de la canción, sus inicios no fueron tan arrolladores. Atlantic editó la canción en dos caras con un falso final en la primera de ellas y eliminó parte de los jadeos y suspiros que eran la esencia de la composición. También preparó una versión de tres minutos -la original supera los seis- para que el tema tuviera salida en la radio, por entonces era casi imposible escuchar canciones de más de tres minutos en la radio estadounidense. El lanzamiento del single fue bien, aunque sin causar sensación. Billboard apenas hizo una breve e insulsa reseña de la canción, pero la polémica por ciertos ruidos de índole sexual, algunas frases y el rechazo de la comunidad afroamericana por el uso adaptado del góspel hicieron el resto. La canción fue censurada en numerosas emisoras de radio tanto de blancos como de negros, pero Atlantic no se echó atrás y mantuvo el disco en las tiendas. Varias semanas después de su lanzamiento el tema de Charles llegaba al número 1 de las listas de R&B y al 6 en las de éxitos y se convirtió en el primer disco de oro del pianista.
Aunque tardó en despegar, 'What'd I say' se convirtió en un fenómeno, en una canción odiada por los padres y amada por los hijos. Los Beatles se volvieron locos y la primera vez que la escucharon y enseguida incorporaron el tema al repertorio de sus primeros conciertos en Hamburgo. La canción también formaría parte de las primeras actuaciones de los Rolling Stones y poco a poco del de miles de bandas que han intentado imitar aquellos gemidos y suspiros que marcaron el final de los años cincuenta dando paso a una era que escribió un nuevo capítulo en la historia de la música, un historia que entre sus páginas más destacadas incluye la de aquella noche de 1958 en la que un Ray Charles de 28 años cambió la música para siempre.




