Brasil se acuerda del fútbol para entrar en semifinales
La pareja de centrales local, Thiago Silva y David Luiz, supera la inercia ganadora de Colombia que solo pudo inquietar al anfitrión en la segunda parte
Tras unos días donde la crítica se había instalado sobre la 'canarinha', una nube de moscas revoloteaba alrededor de Fred, de Thiago Silva y del propio Scolari. Ni el aguador se ha librado en las últimas horas de recibir acusaciones por el juego poco vistoso y resultadista de Brasil, acuñado entre los nativos con el nombre 'jogo feinho'. Un grupo cuestionado pero fiel a sus principios como el propio Neymar había adelantado: "Solo pensamos en ganar, aunque sea medio a cero", sin saber que ese iba a ser su último partido en el Mundial.
Sin embargo, en la noche más importante hasta la fecha, Felipao y sus pupilos se traicionaron no cumpliendo su palabra ante la que se les podía venir encima. Cuando se quiere vencer sea como sea, si te llamas Brasil y juegas en casa -en este caso la matización es importante- quizás no te valga ni la gloria. Muchos dirán que una Copa del Mundo puede apaciguar a las fieras, pero a los cariocas, en el fútbol, se les pide la excelencia. Por fin la buscaron.
Primera parte de dominio brasileño, de juego que recordaba a otras épocas, auspiciado por el tembleque colectivo de Colombia. A los seis minutos, con algún que otro cafetero todavía sin personarse, Thiago Silva adelantó a su país con un gol a la salida de un córner. Un córner muy mal defendido, aunque Pékerman hubiera pedido las mínimas concesiones a su rival, y que levantó a todo Castelao.
Grito de apoyo al unísono por el capitán. Foco principal de las críticas tras la incertidumbre vivida contra Chile en unos penaltis de los que se ausentó, retirado en la banda, rezando sobre su amiga: la pelota. Una tanda que finalizó con Silva roto, llorando desconsolado por la emoción que también tiene cabida en el fútbol, por mucho que algunos no la entiendan propia de un capitán.
De vuelta a los cuartos, la 'canarinha' se contagió de valor con el gol y Colombia solo pudo responder con pequeñas dosis de su conocida fiereza. Cuadrado, uno de sus mejores hombres, quiso igualar con un potente zurdazo pero se marchó fuera, lamiendo el poste. La intención visitante se quedaba en eso, mientras Brasil no dudaba, ponía la contundencia. Fernandinho dejó un recado al más talentoso, James Rodríguez, para marcar un terreno que Brasil multiplicaba en cada acción de ataque.
El plantel colombiano vivía un drama en cada acción de Hulk que probó a Ospina hasta en tres ocasiones. Neymar y Marcelo se atrevían a crear, contentos con un partido que se desarbolaba por momentos y que era mejor aprovechado por la 'amarella', con Colombia perdonando contrataques de cuatro para dos. Al descanso todo eran cumplidos para el anfitrión, incluso recibía 'halagos' arbitrales del español Velasco Carballo, incapaz de hacer respetar la distancia en una falta colombiana, pese a contar con el famoso spray.
Las fuerzas del choque parecieron emparejarse en la reanudación, pero los ataques de Colombia seguían siendo estériles. Una debilidad a lo que se sumaba el juego 'pastoso' de Brasil que, ahora sí, mataba el partido con su juego lento y su capacidad intimidatoria, permitida desde la dirección del encuentro. Entre la pausa impuesta por los locales llegó una amarilla absurda para Thiago Silva que le impedía disputar las semifinales.
El mazazo, reflejado en el rostro de Scolari, pudo ser mayor con un gol anulado a Yepes por fuera de juego previo. El susto sanó pronto con una maravilla de David Luiz. El compañero de Silva en la zaga regaló a todos la 'folha seca' suprema, la más difícil. Golpeo con el interior en una falta a mas de treinta metros y que se coló por la escuadra. La locura en todo Brasil. Un estado de enajenación que parecía conducir a las semifinales porque el equipo carioca se creía mejor, aunque ya no se imponía sobre el verde. Con dos goles de diferencia tocaba guardarse.
Solo siete minutos después de lo que parecía la sentencia, James se sacó de la chistera un pase interior para que Bacca sufriera un atropello de Julio Cesar que era la roja. Velasco se quedó en la 'amarella' guiñando un ojo a uno de los dos equipos y el penalti, a sus 22 años, fue coser y cantar para James Rodríguez. Fácil ante toda la audiencia mundial centrada en su bota.
Para no saltarse el guion de todo el torneo, los últimos 10 minutos fueron un tormento para los brasileños. Acometida tras acometida, la delantera cafetera se fue comiendo a su enemigo, que perdió a Neymar por lesión, empujándole hasta su propia línea de gol. Bacca tuvo la más clara pero su remate de cabeza no pudo otorgar la prórroga. El resultado se quedó en casa y propició el camino del anfitrión que, librando a los retractores, se alzó sobre dos torres: sus centrales.
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